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GUERRA EN IRAK | Cerco a Bagdad

Barricadas en el centro de Bagdad

El régimen pretende haber retomado el aeropuerto mientras se prepara para la batalla final

"Son mucho más fuertes", admite un funcionario del Ministerio de Información que ha escuchado la noticia de la toma de Nasiriya en la BBC. El hombre trata de poner su mejor cara, pero no esconde su preocupación. Inasequible al desaliento, su ministro, Mohamed Said el Sahaf, asegura que "la Guardia Republicana ha rechazado a esos mercenarios en el aeropuerto".

[Fuentes estadounidenses informaron esta madrugada de que en la batalla por la conquista del aeródromo habían perdido la vida 320 iraquíes, informó la cadena de televisión Sky News].

El ministro afirma que "la Guardia Republicana ha limpiado la zona". Aun así, la visita a la terminal aérea tiene que esperar "porque aún disparan contra la pista y resulta peligroso". Invita a los informadores a que vayan al barrio de Yarmuk, al oeste de Bagdad, en el que, junto con el de Al Dora (sur), los estadounidenses dicen haber paseado sus carros de combate. En el camino no hay rastro de soldados invasores, tampoco de los habitantes. Algunos rezagados abandonan la zona con los coches atestados. "Las casas a ambos lados de la autopista que conduce al aeropuerto son muy peligrosas", dice Mulham Laquib antes de emprender viaje para reunirse con su familia.

"¿Por qué vienen aquí? ¿Para vernos como en una película? Incluso los judíos son tan compasivos que no hacen algo así", increpa una enfermera del hospital Yarmuk al ver el autobús de periodistas. Un camarógrafo intenta grabar, pero los empleados se lo impiden. Al rodear el centro médico, algunos reporteros ven en una puerta trasera varios cadáveres de soldados. Yarmuk es el último barrio accesible antes del aeropuerto.

De regreso al hotel, varios blindados están estacionados junto a la explanada del antiguo aeródromo de Bagdad, donde se construye una gigantesca mezquita. Allí, parecen haberse dado cita los milicianos que han desaparecido de los blocaos de sacos de arena de Rusafa, la parte oriental de la capital. Soldados en uniforme se mueven entre las piezas de artillería.

Da la sensación de que la línea defensiva se ha trasladado a esta zona, justo delante del distrito gubernamental, que se extiende hasta el río. Un poco más allá, los uniformados han cortado la avenida de Damasco, debajo del puente de Alawi, con una gran barricada, donde parecen esperar el envite del enemigo. Bagdad es una ciudad de 5,5 millones de habitantes que se extiende por una superficie de algo más de 700 kilómetros cuadrados.

"Les hemos derrotado; les hemos machacado y les hemos empujado hacia el distrito de Abu Garib, donde les tenemos rodeados y no pueden contactar con el resto de sus unidades", insiste El Sahaf con una convicción contagiosa. A media tarde, los estadounidenses le contradecían emitiendo por uno de los canales de la televisión iraquí. Aun así, acepta que los enfrentamientos han sido duros. "Hemos empleado operaciones de martirio y otras fórmulas nuevas", anuncia sin dar detalles. "Han hecho todo lo posible para rebajar la presión mortal a la que hemos sometido el aeropuerto Sadam".

Lo saben bien los vecinos de Mansur, uno de los barrios más exclusivos del oeste de Bagdad. Allí, un hombre de mediana edad da por hecho que los norteamericanos "se encuentran en Al Amel, a tres o cuatro kilómetros de aquí en línea recta". Mientras habla, no dejan de escucharse detonaciones de artillería en las proximidades. "Llevamos así desde anoche", relata este agente de viajes sin mostrar excesiva preocupación. "Sé que seleccionan sus objetivos y el error máximo que cometen es de 20 metros", explica. "La mayoría de las víctimas civiles no han sido por bombas del otro lado, sino nuestras", añade antes de pedir que no se le identifique por su nombre.

"Es cierto que los americanos han llegado, sus tanques están sólo a cinco kilómetros", admite sin ocultar su satisfacción un diplomático árabe. "Están aquí; se ha acabado", afirma como quien se quitara un peso de encima. Pero la batalla no ha hecho más que empezar. Los preparativos se perciben sobre todo en Karg, la parte occidental de Bagdad. Nada más cruzar el puente de Al Yumhuria cambia el paisaje urbano. En la estación de autobuses de Alawi sólo hay uniformados. Todos los transeúntes llevan un fusil en bandolera. Unidades de los fedayín de Sadam pasan en dirección al aeropuerto.

Al otro lado del Tigris, en Baladiya, un barrio palestino, la llegada de las tropas estadounidenses no produce la misma reacción. "Vamos a defendernos hasta la última gota de nuestra sangre, no queremos a los americanos aquí", declara Mohamed Mustafá.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 6 de abril de 2003