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Crónica:FÚTBOL | Vuelta de los cuartos de final de la Liga de Campeones

Herejía en Mestalla

El gran partido del Valencia no le basta para superar otro cerrojazo del Inter de Cúper

Por una de esas injusticias incomprensibles del fútbol, el Valencia jugó un gran partido y quedó apeado de Europa. ¿Cómo? Difícil de explicar: 27 tiros a puerta del Valencia, 3 del Inter, 12 paradas de Toldo. Y el cuadro de Benítez a casa. Ante un rival que es un insulto a este deporte por su descarado conservadurismo pese a contar con excelentes futbolistas. Cúper volvió a plantar el autobús en su portería y volvió a ganar, justo como le sucedió el año pasado en la UEFA. Un fallo de Ayala impidió que los dos goles valencianista fueran suficientes (el resultado de la eliminatoria es de 2-2, pero el gol de ayer de Vieri vale por dos). Un fallo que difumina un esfuerzo colectivo extraordinario y una exhibición futbolística de los valencianistas. Sobre todo de Baraja, al que algunos apuntaban como uno de los acusados por Benítez en la bronca a sus jugadores del día anterior. ¡Menudo centrocampista! Otra cosa es que a este equipo le cuesta un mundo marcar goles, pero ¿acaso eso es culpa de Baraja?

VALENCIA 2 - INTER 1

Valencia: Cañizares; Réveillère, Ayala, Marchena, Carboni (Fabio Aurelio, m. 79); Angulo, Baraja, Aimar (Mista, m. 85), Vicente; Sánchez y Carew (Rufete, m. 73).

Inter: Toldo; Javier Zanetti, Córdoba, Gamarra, Materazi, Pasquale (Adani, m. 46); Dalmat, Di Biaggio (Okan, m. 78), Cristiano Zanetti; Crespo y Vieri (Recoba, m. 32).

Goles: 0-1. M. 5. Fallo de Ayala, Vieri encara a Cañizares, su primer disparo lo para el portero, pero el delantero recoge el rechace y marca a placer. 1-1. M. 6. Aimar regatea a Materazzi dentro del área y marca de disparo cruzado con la izquierda. 2-1. M. 53. Baraja cabecea a gol un centro de córner de Aimar.

Árbitro: Milton Nielsen. Amonestó a Vieri, Pasquale, Baraja, Angulo, Toldo, Di Biaggio, Cristiano Zanetti y Crespo.

Unos 50.000 espectadores en Mestalla.

Precisamente Ayala, o sea, el mejor defensa del mundo, según lo definió su compañero de selección y ayer rival Javier Zanetti, arrancó el partido con una pifia de juvenil: el balón se le coló por entre las piernas tras un pase blando de Crespo. El cuero cayó en las garras del depredador Vieri. Y, claro, gol. El goleador italiano erró en su primer intento, una media vaselina que palmeó Cañizares, pero le cayó el rechace y remató.

La reacción del Valencia fue fulgurante. Muy bien dirigido por un gran Baraja de medio centro, el cuadro de Benítez jugó con esa intensidad extrema que no hay rival que la resista. Llegó en avalanchas, como acostumbra en Europa, pero lo perdonó casi todo, también como acostumbra. Puestos a perdonar, el árbitro se sumó a las indulgencias con Toldo, a quien indultó tras su agresión a Angulo. El árbitro danés permitió el juego sucio de los italianos y la reiteración de sus faltas, con un Materazzi con licencia para magullar a Sánchez. El caso fue especialmente sangrante en los córners, en los que Sánchez era sistemáticamente inmovilizado por algún defensor ante la indiferencia arbitral. Con Aimar no podían ni a faltas. El media punta argentino estuvo espléndido. Definitivamente, ése es su sitio: de centrocampista y no de segundo delantero, donde se ha visto forzado a jugar desde que llegó a España. Ayer destrozó al Inter por todos lados. En uno de ellos, dribló en un azulejo al gigante Materazzi y cruzó con la izquierda para romper la cintura de Toldo.

Para que no hubiera dudas de cuáles eran sus intenciones, el Inter se pertrechó con cinco defensas. Tres centrales. El Interbús ya estaba en marcha y los puños de Toldo echaban humo de tantos despejes como efectuaron. Indignado por el antifútbol interista, Mestalla clamó contra su ex entrenador Héctor Cúper. En el descanso, a Mestalla le olía que se iba a repetir el partido del año pasado, cuando el Inter echó al Valencia de la UEFA colgado del larguero. Y estaba indignado, claro. Se repetía la misma historia: con Toldo en plan estrella y con un ataque valencianista tan generoso como inocuo.

Benítez mandó a Carew que se abriera completamente al extremo izquierdo, para que aprovechara su potencia ante Javier Zanetti. Y lo hizo. Se iba con cierta facilidad, pero ¿para qué?: después elegía la opción equivocada. No supo sacar partido de su desequilibrio. Tras su manifiesta inferioridad, sobre todo en el centro del campo, Cúper aligeró numéricamente su defensa y avanzó a Javier Zanetti al interior derecho. Pero ni por ésas. Es una cuestión cultural: no les interesa tocar el balón. Les sobra. Así que el partido era de Aimar y Baraja, que propiciaron que el Valencia se pusiera a tiro de piedra de las semifinales. Baraja entró como un búfalo para cabecear un centro de córner de Aimar. Era la única manera de agujerear los guantes de Toldo. Por las bravas. Pero la exhibición de Nielsen prosiguió en la segunda parte, al obviar un penalti clamoroso. ¿De quién? Otra vez de Materazzi a Sánchez. El público se sintió estafado, pues el árbitro seguía la jugada desde lejísimos, casi desde el centro del campo.

Mientras el Inter perdía tiempo a la primera ocasión, el Valencia siguió llegando por oleadas, con cinco hombres al remate. Pero también seguía fallando reiteradamente ante el gol. Un córner tras otro. Una ocasión tras otra. Un embotellamiento continuado. Sería una herejía que el Inter se llevara esta eliminatoria. Como lo fue que Benítez sustituyera otra vez a Aimar cuando aún había esperanzas.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 23 de abril de 2003