La explosión de un polvorín iraquí que contenía 30 millones de armas y municiones en Bagdad causó ayer la muerte de decenas de personas, entre un mínimo de 14 y un máximo de 40, según las diferentes fuentes. Al menos dos viviendas del barrio chií de Al Mohalimía, al sur de la capital iraquí, quedaron destrozadas por el impacto de cohetes que salieron disparados en todas direcciones. Oficiales estadounidenses señalaron en el lugar de los hechos que se trató de un ataque iraquí. Los vecinos del barrio no aceptaban ningún tipo de explicación: sólo se preguntaban por qué un arsenal de tal magnitud estaba junto a una populosa barriada.
"Maldigo a los americanos. ¿Por qué tienen un arsenal cerca de una zona civil?"
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"Maldigo a los americanos. ¿Por qué tienen un depósito de armas cerca de una zona civil? Nos han prometido libertad y nos traen bombas", gritaba Samir Jazin junto a las ruinas de su casa.Un poco antes de las ocho de la mañana, la explosión, que pudo escucharse claramente a más de 20 kilómetros de distancia, había matado a 10 miembros de su familia: su padre, su madre, su mujer, tres hijos y otros cuatro parientes.
La vivienda de Jazin fue una de las dos que se convirtieron en un amasijo: ha quedado partida por la mitad y en los restos de una pared blanca puede verse el rastro de sangre dejado por una mano muy pequeña. La otra, situada enfrente, debía de pertenecer a una familia cristiana: entre los escombros puede verse un cuadro de la Virgen. Entre ambas hay un charco. Las ruinas todavía huelen a quemado y entre los escombros hay un cojín que humea. Como tantos otros barrios de Bagdad, Al Mohalimía, que se encuentra en el distrito de Zafaraniya, al sur de la capital iraquí, está lleno de desperdicios. Las calles no están asfaltadas, aunque el aspecto de las viviendas no parece pobre. Los habitantes dicen que otras nueve casas se han visto afectadas. Por la tarde, todavía podía verse una columna de humo proveniente de la zona de la explosión.
El cuartel Al Rashid, la instalación militar más importante de la capital en la época de Sadam Husein, está situado a unos 2.000 metros. Es enorme y sus muros rodean la carretera durante varios kilómetros. Allí estaba almacenado este inmenso polvorín, que contenía desde armas cortas hasta ametralladoras, pasando por todo tipo de munición, morteros, ARPG (granadas antitanque)... Los destrozos fueron causados por algún tipo de proyectil. El cuartel está vigilado por soldados estadounidenses, que han abierto un hospital en su recinto. Tras la explosión han llegado refuerzos.
El coronel ranger John Peabody, de la 2ª División de Infantería y uno de los oficiales a cargo de la seguridad del recinto de Al Rashid, relata lo ocurrido ante una de las puertas del cuartel, donde hay un retrato calcinado de Sadam. No da ninguna cifra precisa de heridos o muertos: entre 10 y 20 civiles iraquíes y un soldado estadounidense herido leve, con un brazo roto. Otras fuentes hospitalarias consultadas por agencias internacionales señalaban que variaba entre 14 y 40. Un médico señala que al menos había 38 muertos.
"Fuimos atacados", dijo Peabody. "Primero tiraron piedras contra nuestros soldados. Cuando entraron en el recinto del cuartel, alguien lanzó un artefacto incendiario que prendió en el polvorín. Diferentes tipos de cohetes salieron en varias direcciones y un número indeterminado de ellos alcanzaron la zona civil", prosiguió. El coronel dijo que se trataba de unos 10 atacantes, aunque aseguró que no podía aportar más datos. "No sabemos quiénes son. No eran saqueadores, porque los ladrones no se dedican a quemar explosivos".
Según Peabody, el recinto está permanente vigilado y la intención del Ejército estadounidense era trasladar el material militar dejado por los iraquíes para destruirlo. "Hemos colaborado en la evacuación de los heridos y estamos ayudando a limpiar la zona de artefactos sin explotar. Queremos ayudar todo lo posible", agregó.
Cuando una patrulla de rangers se acerca a las casas arrasadas para inspeccionar el terreno no es bien recibida por las decenas de vecinos que se han congregado en torno a las ruinas. "¡Fuera, fuera!", gritan. No vacilan en acusar a los estadounidenses de lo ocurrido, no quieren saber nada sobre los autores o los motivos del desastre, sólo repiten que la tragedia podía haberse evitado. Varias mujeres cubiertas con el tradicional chador negro chií gritan y lloran frente a una casa: el velatorio de varias de las víctimas ha comenzado.
Cientos de hombres, en su mayoría procedentes del barrio de Al Mohalimía, encabezados por clérigos chiíes, se manifestaron ayer en el centro de Bagdad. Encaramado a un poste y con un megáfono en la mano, el imam Jaled Shamani acusó a los americanos de cometer crímenes contra los inocentes, expresiones que eran recogidas con gritos de aprobación.
Frente a ellos, y separados por una hilera de alambre de espino, media de docena de soldados estadounidenses contemplaban la escena sentados a la sombra. La manifestación tuvo lugar frente al hotel Palestina, cuyo perímetro ha sido acordonado por los marines, que niegan el acceso a la zona a la mayoría de los iraquíes. Desde su posición, los soldados podían leer pancartas, escritas en inglés, que decían: "Los estadounidenses no son mejores que Sadam", "No a la democracia de Garner".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 27 de abril de 2003