El primer ministro palestino, Abu Mazen, ordenó ayer a su nuevo ministro de Seguridad Interior, el coronel Mohamed Dahlan, conseguir a cualquier precio y lo antes posible un alto el fuego con las organizaciones fundamentalistas, Hamás y Yihad Islámica, punta de lanza de la Intifada. La orden fue cursada pocas horas después de que un comando suicida cometiera un atentado terrorista en una cafetería de Tel Aviv y causara tres muertos y más de 65 heridos. Dahlan, de 38 años, dirigió la primera Intifada y ha sido responsable de la seguridad preventiva en Gaza en los últimos siete años.
Dahlan se enfrenta al reto más importante de su vida: alcanzar un acuerdo con Hamás y Yihad Islámica para que depongan las armas, den por acabada la Intifada contra Israel y se sometan al plan de pacificación anunciado por Abu Mazen en su discurso de investidura.
La misión no es nueva. Dahlan recibió una orden similar hace unos cinco meses, cuando el presidente palestino, Yasir Arafat, de acuerdo con el presidente egipcio Hosni Mubarak, le envió a El Cairo a negociar con las organizaciones radicales palestinas una tregua. Las negociaciones que en principio se planteaban como un diálogo entre la Autoridad Nacional Palestina y Hamás y Yihad Islámica, se ampliaron posteriormente a otras 12 facciones radicales, que forman parte de la plataforma Nacional e Islámica, responsable de la dirección de la Intifada.
Las negociaciones secretas de El Cairo fallaron estrepitosamente a pesar de que contaban con el apoyo de la comunidad internacional, incluidos los servicios secretos norteamericanos (CIA), y del todopoderoso jefe de la inteligencia egipcia Omar Suleiman. Las organizaciones radicales se negaron no sólo a aceptar un alto el fuego, sino incluso a firmar un ambiguo documento en el que reconocían haber estado conversando sobre la posibilidad de declarar un alto el fuego.
El coronel Dahlan se enfrenta seis meses después con la misma misión. Esta vez la orden le ha sido impartida por el primer ministro Abu Mazen, pocas horas después de que prestara con los demas ministros juramento de lealtad ante el presidente Arafat en su despacho de la Mukata, en Ramala. La misión le hizo salir ayer al mediodía con toda urgencia hacia Gaza para impulsar el diálogo con los dirigentes fundamentalistas.
El primer ministro Abu Mazen trata con esta negociación de poner fin a la espiral de violencia desencadenada por las organizaciones fundamentalistas en la última semana, que se han responsabilizado junto con las facciones armadas de Al Fatah de haber perpetrado las últimas acciones terroristas.
La más reciente ocurrió en la madrugada del miércoles en Tel Aviv, donde un militante de las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa se hizo estallar causando la muerte a tres clientes de una cafetería y lesiones a otros 65 clientes. Aunque se informó de que el terrorista procedía de un campo de refugiados de Tulkarem, la policía informó más tarde de que entró en Israel con pasaporte británico.
El atentado tuvo como escenario una conocida cafetería, Mike's Place, donde cada noche solían darse conciertos en directo de jazz y situada a poco menos de veinte metros de la entrada principal de la Embajada de Estados Unidos.
Detenido por los vigilantes
Los servicios de vigilancia del establecimiento lograron cerrar el paso al suicida, quien fue reducido por los vigilantes en la calle. Sin embargo, el activista tuvo tiempo de accionar la bomba que llevaba adosada al cuerpo. Dos de los guardias de seguridad murieron en el acto, mientras una tercera persona falleció mientras la trasladaban a un hospital cercano. La carga que llevaba el suicida proyectó numerosas tuercas y tornillos que provocaron muchos de los heridos.
La misión de Dahlan es titánica, quizá por eso los servicios secretos de Israel han aconsejado al primer ministro, Ariel Sharon, que conceda al nuevo Gobierno palestino de Abu Mazen un periodo de gracia para que pueda desarrollar plenamente sus propios métodos de lucha antiterrorista.
Los servicios secretos además han aconsejado a Sharon, entre otras medidas, trabajar conjuntamente con Egipto y Jordania y al mismo tiempo tratar de mostrarse distante, no hacer excesivos elogios, ni mostrar muchas esperanzas con respecto a Abu Mazen para no crispar los enfrentamientos, ni las tensiones entre palestinos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 1 de mayo de 2003