Con la visita el viernes del ministro de Justicia, José María Michavila, y ayer del vicepresidente primero del Gobierno, Mariano Rajoy, el PP ha comenzado un desembarco de ministros en Cataluña que durará toda la campaña electoral. Todos vienen con el mismo objetivo: mostrar una inacabable lista de "deberes hechos" que busca borrar la alargada sombra de una guerra, la de Irak, que tanto apoyó el Gobierno de Aznar.
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"Estoy convencido de que los ciudadanos votarán en clave municipal y que valorarán el trabajo hecho por el PP en los últimos años al dar su voto". Este es el mensaje que repiten sin cesar los dirigentes del PP catalán al preguntárseles sobre los efectos que tendrá el incondicional apoyo de los conservadores a la guerra y posterior invasión de Irak.
El ministro de la Presidencia y vicepresidente primero del Gobierno, Mariano Rajoy, entonó ayer el mismo discurso, aunque quiso cubrirse las espaldas ante un probable retroceso del PP en las elecciones del 25 de mayo. "Nunca se sabe qué pasa por la mente de cada ciudadano a la hora de ir a votar", añadió tras asegurar que no preveía grandes consecuencias electorales por la guerra en Irak y otros asuntos, como la catástrofe del Prestige en Galicia.
También Alberto Fernández Díaz, candidato a la alcaldía de Barcelona, quiso omitir ayer esta cuestión durante su presentación del programa para la juventud ante un centenar de miembros de las Nuevas Generaciones del PP. En su posterior conferencia de prensa Fernández explicó por qué había "hablado de vivienda, trabajo y solidaridad, que es lo que realmente interesa a los jóvenes".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 11 de mayo de 2003