Más de un centenar de socorristas italianos, alemanes y españoles se concentraban pasada la media noche de ayer, a las once de la noche hora peninsular española, en el cuartel central de los bomberos de Bumerdés, una de las regiones más afectadas. En un edificio en el que todavía estaban presentes las secuelas del seísmo que conmovió el norte de Argelia la noche del miércoles, los equipos internacionales de rescate comenzaban a organizar su despliegue en esta ciudad de más de 100.000 habitantes, capital de una provincia costera limítrofe con Argel, en medio de aparentes signos de descoordinación.
"Parece que no hay gasolina para poner en funcionamiento los generadores, así que no podremos trabajar esta noche por falta de iluminación", se lamentaba anoche un responsable de la Cooperación Internacional Española. Poco después, un importante contingente de bomberos llegados desde la provincia de Batna, al este del país, se incorporaba también al masivo despliegue de efectivos.
Mientras tanto, una gran mayoría de los vecinos de la ciudad preferían pasar su segunda noche al raso, en medio de una tibia temperatura de primavera, por temor a que una nueva réplica del terremoto pudiera causarles daños personales. Tiendas de campaña improvisadas, mantas, sacos de dormir, vehículos de todo tipo eran los improvisados dormitorios en la segunda noche del terremoto en Bumerdés.
De repente un primer equipo de rescate se puso en marcha, ya que contaba con importantes potentes focos de iluminación. "Somos voluntarios alemanes, de Stuttgart, nuestra misión todavía no ha sido asignada por las autoridades", explicaba uno de los socorristas europeos, "estaremos toda la noche en busca de supervivientes mientras los perros aguanten". A su lado Moisés Belloch, presidente de la ONG española Bomberos sin Fronteras, parecía inquietarse por la tardanza en los responsables de la Wilaya, provincia de Bumerdés, en asignarles una misión concreta.
Belloch, junto con otros 50 cooperantes españoles entre bomberos, socorristas y personal de Cruz Roja y la Cooperación Internacional Española, se habían desplazado directamente desde el aeropuerto internacional de Argel, donde llegaron pasadas las ocho de la tarde de ayer, hasta la zona de Bumerdés, no sin antes cumplimentar tediosos trámites burocráticos en la aduana de la terminal aeroportuaria.
La oscuridad era casi total anoche en Bumerdés, donde sólo los edificios públicos dotados de generadores contaban con unos mínimos puntos de luz, mientras caravanas de camiones cisterna del Ejército argelino, cargados de agua, se encaminaban hacia la población para garantizar el suministro a los vecinos.
"Lo mejor será dormir por esta noche, mientras esperamos a poder trabajar mañana con las primeras luces del alba", recomendaba a sus compañeros un bombero de la Comunidad de Madrid, que expresaba de alguna forma con su gesto la contrariedad que sufrían los cooperantes internacionales, que se habían desplazado tras largas horas de viaje hasta Argelia, para participar en las tareas de rescate.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 23 de mayo de 2003