A las nueve de la noche en Valladolid. Al filo de medianoche en Madrid. Así fue el primer capítulo de la despedida de José María Aznar como líder indiscutido del Partido Popular. Aznar se dedicó abiertamente a pedir el voto para su partido "para que nadie pare España". Ese eslogan fue repetido por sus teloneros en el mitin de cierre de campaña que abarrotó la plaza de toros de Vista Alegre en Carabanchel. Antes de que depositen la papeleta en la urna, Aznar reclamó a los españoles una reflexión: "Quiero que piensen si España está mejor o peor que hace siete años". A los que concluyan que está mejor les rogó que no permitan "que Llamazares y Zapatero la lleven atrás".
"Han querido acabar con nuestra gaviota con malas artes. Está con más fuerza que nunca y va a volar"
"Me habéis dado lo más a lo que puedo aspirar: ser presidente de mi tierra y de España"
"No queremos los tiempos del paro. Pido el voto para la España del trabajo y del esfuerzo"
Lo de Valladolid fue además un adiós y un elogio a todos los que le han acompañado desde que era candidato a la presidencia de Castilla y León. A tal punto llegó la confidencia pública que se le quebró la voz cuando, como casi cada día, sus militantes le reclamaron que no se vaya. "Me tengo que ir, que si no en Madrid se enfadan conmigo. Tenemos llena Vista Alegre y me tengo que ir", replicó. Hasta ahí casi como cada día. Pero ayer siguió: "Nunca agradeceré suficiente todo lo que habéis hecho por mí. Me habéis dado lo más a lo que puede aspirar un español: ser presidente de su tierra y de España". Tuvo que parar. Por televisión, desde la improvisada sala de prensa de la plaza de toros de Vista Alegre, se le apreció un gesto irreprimible en la cara y otro, aún más explícito, cuando la cámara enfocó a Ana Botella, que aplaudía desde la primera fila.
Llegó a Vista Alegre y allí sus teloneros ya habían desatado el entusiasmo de los 20.000 militantes populares que contabilizaron los organizadores en una plaza abarrotada.
Antes que Aznar, Rodrigo Rato, Alberto Ruiz-Gallardón y Esperanza Aguirre habían desgranado el mismo argumento que el presidente para rogar el apoyo ciudadano.
"Necesitamos voto más voto más voto más voto. Nos hacen falta todos los votos", resumió Aguirre. Ruiz-Gallardón utilizó la retórica del discurso "anoche tuve un sueño", de Martin Luther King, para reclamar el sufragio.
"Pido el voto a los que, como yo, han aprendido a ser tolerantes con el que discrepa. Pido el voto porque es mejor construir que destruir, unir que dividir. Y porque todo aquello que nos proponemos, si lo hacemos juntos, podemos hacerlo", clamó. Y Rato concluyó casi con una súplica: "Nadie se puede quedar en casa. Todo el mundo es imprescindible para el desafío de los próximos cuatro años". Ese desafío incluye el relevo de Aznar.
Y el presidente cerró la que será su última campaña electoral como gran protagonista. Incluso para las autonómicas de otoño en Cataluña ya habrá un líder entrante en el PP para tomarle el relevo. Aznar esgrimió su trayectoria para solicitar la "confianza" de los ciudadanos. Recordó, primero, que cada voto es necesario. "Hace 16 años tuve la satisfacción y el honor de que me eligierais presidente de Castilla y León. Aquellas elecciones de 1987 las ganamos por una diferencia de 3.000 votos. Si no llegamos a tener esos 3.000 votos no hubiésemos podido poner en marcha el proyecto que nació en Castilla y León".
A partir de ahí, defendió que él siempre ha "cumplido todos sus compromisos". "Construimos un proyecto centrado, moderado, capaz de aglutinar a una gran mayoría. No fue una tarea fácil. Todos los que decían que no podíamos hacer las cosas se equivocaron". Y ahora, Aznar ve "un riesgo cierto" de que su proyecto político pierda la "confianza" de los ciudadanos. "Nadie debe poner en riesgo lo mucho que se ha conseguido. Porque vamos a más, a mejor, vamos a tener más oportunidades más prosperidad".
En opinión del líder del PP, España "no necesita ni ira ni pancartas" y sí apoyarse en el "trabajo, el esfuerzo y la honradez" para "seguir avanzando" en un "proyecto positivo de prosperidad, libertad y seguridad". Por eso, pidió: "Quiero decirle a los españoles que vengan con nosotros a trabajar, que vengan a sumar esfuerzos".
Ayer tocaba despedida, pero sólo del propio Aznar y no, según enfatizó el presidente, del PP, el partido de la gaviota. "Han querido acabar con nuestra gaviota con malas artes. Está con más fuerza que nunca y va a volar".
Los progres simpáticos y 1968
Quizá el escenario le animó. Era la misma sala de un hotel madrileño en la que, hace pocos meses, su esposa, Ana Botella, hizo pública su decisión de "aceptar la invitación" de Alberto Ruiz-Gallardón para dedicarse a la política municipal en Madrid. Esta vez la sala estaba repleta de jóvenes del PP. El escenario lo completaban cuatro grandes carteles con las cuatro cosas que el PP promete a los jóvenes: oportunidades de futuro, empleo, vivienda y seguridad.
El escenario permitía alguna confidencia con la certeza de que sería espléndidamente recibida. Y José María Aznar, en el primero de los tres actos públicos que ayer tuvo para cerrar la campaña, se dirigió a la juvenil concurrencia al grito de: "Soy de los vuestros. Yo también soy joven". Y a partir de ahí les dio tres tipos de mensaje.
El primero es electoral: "Cuando gobernaban los progres simpáticos, hasta 1996, un joven tenía por delante un año de mili, muchos de paro y, si lograba un empleo, le daban un contrato basura". Ahora, se jactó Aznar, "fue el PP quien suprimió la mili", el paro juvenil "se ha reducido a la mitad" y "no hay ningún contrato sin protección social". Incluso comparó la guerra del Golfo (1991) con la reciente invasión de Irak: "Antes, cuando mandaban los progres simpáticos y había que hacer alguna intervención, pues mandaban a los que hacían la mili". Ahora no, porque quienes gobiernan son "gente humilde y sencilla que no van de progres simpáticos por la vida".
El segundo mensaje es ideológico. Les dijo que en 1968 hubo tres revoluciones. "En mayo, los marxistas, que los había y bastantes, quisieron hacerse con el poder, sobre todo en París". Es, para Aznar, la revolución negativa. La segunda, la que "buscaba la libertad", ocurrió poco después. "En agosto de 1968 los carros de combate de Breznev aplastaban a los estudiantes en Praga". Pero la tercera es la buena, la "positiva". Contó que en California, también por esas fechas, "otros jóvenes con las ideas más claras cambiaban el mundo con la mayor revolución, que es la tecnológica". En ese momento sonó un móvil y Aznar aprovechó el incidente: "Esa revolución hace, por ejemplo, que no paren de sonar las llamaditas de los teléfonos móviles".
Por último, pidió a los jóvenes que se metan en política. Pero para "defender sus principios, sus convicciones". No como "los progres simpáticos", que "no tienen principios, ni convicciones, ni equipos. Sólo ambición desmedida".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 24 de mayo de 2003