El partido entre el Mallorca y el Rayo prometía intensidad y nervios a flor de piel. El equipo de Vallecas encaraba la cita más amenazado que nunca por el descenso, y el conjunto local todavía con opciones matemáticas de clasificarse para disputar la próxima temporada una competición continental, la Copa de la UEFA.
De salida, sobre el terreno de juego, no dio la impresión de que ni Rayo Vallecano ni Mallorca se jugaran algo más que los tres puntos. El Rayo no despertó hasta el minuto 26, cuando encadenó dos claras ocasiones. Primero, una gran combinación en las botas de Peragón, y después, con mucho más peligro, un remate de cabeza que Bolo estrelló contra el larguero.
Pero, en un encuentro clave como el de ayer, un breve destello ofensivo no parecía suficiente bagaje para un equipo al borde del desastre. Dependiendo de marcadores ajenos, sobre todo del Valladolid-Osasuna, los jugadores que entrena Iriondo llegaron al descanso virtualmente descendidos a Segunda División.
MALLORCA 1 - RAYO VALLECANO 1
Mallorca: Leo Franco; Cortés, Lussenhoff, Nadal, Poli, Novo (Carlos, min. 45); Marcos (Biagini, min. 77); Campano, Riera, Eto'o y Pandiani.
Rayo Vallecano: Etxeberria; Mauro, Corino, Mainz, Graff, Peragón, Pablo Sanz, Iriney, Michel, Helder (Luis Cembranos, min. 59) y Bolo.
Goles: 1-0. M. 70. Peragón, tras internada de Bolo por la banda izquierda.
1-1. M. 80. Pandiani, de penalti, indicado por Pérez Lasa después de que Iriney tocase el balón con la mano dentro del área.
Árbitro: Pérez Lasa. Enseñó una tarjeta amarilla a Poli y la cartulina roja directa a Iriney.
13.178 espectadores en el campo de Son Moix.
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Por su parte, hace días que el Mallorca tiene la vista puesta en la final de la Copa del Rey del próximo 28. Tras los últimos resultados, los jugadores parecen haber perdido el interés por las posibilidades de disputar la UEFA el año que viene, y se pasean con desgana por la Liga. Todo ello, para enfado de una afición que abucheó ayer la apatía de los jugadores locales.
El segundo tiempo aportó algo más de emoción y entrega por parte de los dos equipos. La velocidad de Carlos por la banda derecha espabiló el ataque balear. En el Rayo Vallecano, Peragón y Michel intentaban liderar a un equipo obligado a arriesgar con las últimas esperanzas de permanencia, pero atemorizado por el cronómetro.
La recompensa les llegó en una jugada individual de Bolo, quien dispuso el balón para que Peragón no tuviera más que empujarlo a gol.
Las cosas se equilibraron de nuevo cuando Iriney despejó con la mano, en la misma línea de gol, un balón enviado por Nadal. Pandiani empató a uno al transformar el claro penalti y el Rayo Vallecano se quedó con diez jugadores para afrontar sus últimos minutos en la máxima categoría.
Con el pitido final, rostros desencajados y desolación entre los jugadores del equipo que acababa de descender de categoría. Después de haber firmado una temporada para el olvido, el conjunto rayista se despidió ayer de Primera con un encuentro anecdótico.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 2 de junio de 2003