Destituciones, peleas entre jugadores, explosivas declaraciones de la presidenta María Teresa Rivero, un estilo de juego desolador. El abismo del Rayo comenzó pronto y no ha podido salir de él en toda la temporada. Ni una sola de las decisiones de sus máximos responsables, la familia Ruiz Mateos, ha contribuido a devolverle el rumbo a una nave en pleno naufragio. El Rayo Vallecano cierra desde el farolillo rojo la más brillante etapa de su historia, ya que hace tres años llegó a disputar la Copa de la UEFA gracias a una invitación por juego limpio. Tras el empate en Mallorca, los franjirrojos se hunden de nuevo en la Segunda División, la amarga despedida a un periplo de cuatro años en la elite del fútbol español, algo que nunca antes había logrado.
Vázquez y Benítez no resistieron las dudas de una directiva que hasta flirteó con Ruggeri
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Con la estela dejada por Gregorio Manzano, que el año pasado logró la salvación mediante una segunda vuelta sorprendente, la familia Ruiz Mateos contrató a Fernando Vázquez, buen conocedor de la Liga española y especialista en aupar al escaparate del fútbol a jugadores de la cantera. En el Rayo contó con Camuñas, Mario o Mora. Sin embargo, Vázquez, que venía de expulsar a Segunda a Las Palmas, nunca estuvo acompañado por los resultados y nunca encontró el respaldo del vestuario. De hecho, uno de los estandartes de la plantilla, Quevedo, criticó furioso la labor del entrenador tras la derrota, 2-0, frente al Atlético de Madrid. Dijo: "si yo fuera el técnico, seis jugadores no habrían estado en el partido del Calderón". Vázquez le dejó fuera de la convocatoria en el siguiente encuentro.
Fracturado el ambiente en el vestuario, una racha de malos resultados terminó de convencer a la presidenta, quien destituyó al entrenador después de perder contra el Valladolid en casa. Al ex entrenador del Mallorca no le sentó bien la medida: "No comparto la decisión porque no había motivos deportivos, ni de dirección ni de plantilla". Pero el Rayo estaba 18º en la tabla, incapaz de remontar el vuelo. "No soy partidaria de este tipo de decisiones, pero el equipo estaba fatal y había que hacer algo. Todo lo hacemos por el bien del club", contestó Rivero. En la destitución de Vázquez no importó el apoyo de la plantilla. "Me da igual lo que digan. Los jugadores tienen que jugar y no opinar", comentó la presidenta. Los sustitutos favoritos, Lopetegui y Ruggeri, rechazaron la oferta, por lo que el cargo cayó en el paraguayo Benítez.
"El fútbol directo es una alternativa, no un sistema", aseguró el ex preparador del Racing de Santander. Con esta premisa, desembarcó en Vallecas, un estadio acostumbrado a ver el balón por las nubes. Su apuesta reveló un cambio de actitud en la plantilla, que procuró mantener el balón cosido al piso, pero asimismo deparó un bagaje de resultados deprimente durante las nueve jornadas en que se mantuvo en el banquillo: dos victorias, dos empates y cinco derrotas. Y se instaló en la última posición, que no abandonaría desde entonces.
El desánimo de los jugadores motivó que la directiva optara por reemplazar al técnico. El recurso fue Antonio Iriondo, proveniente del filial, un entrenador que conocía bien los campos de tierra de Tercera pero que no tenía ni idea de lo que es un banquillo en Primera. Al designarle los Ruiz Mateos para hacerse cargo del equipo, manifestó que el Rayo conseguiría sus objetivos holgadamente. Pero pasaban las jornadas y el club madrileño se enquistaba en el farolillo rojo. "Los resultados son consecuencia de la situación y nos han indicado que nos tenemos que unir", declaró más tarde. La deseada cohesión se resquebrajaba con frecuencia gracias a escaramuzas entre los jugadores: Míchel y Corino, Julio Alvarez y Pablo Sanz. Por si fuera poco, María Teresa Rivero intentó una maniobra rocambolesca: repescar a Fernando Vázquez. El gallego no aceptó la reincorporación, por lo que siguió Iriondo, molesto por los movimientos en los despachos: "Hemos perdido energía en asuntos que no interesaban y hemos llegado a estar muy mal", y añadió: "No era práctico traer a otro entrenador, aunque la directiva tenía que moverse para buscar lo mejor".
"La gente está destrozada en el vestuario", afirmó Iriondo tras el fatídico desenlace de Mallorca. "Te hacías a la idea del descenso y esperabas un milagro que al final no se ha producida", apostilló la presidente, consciente de que le aguarda un año de penurias y de presupuestos a la baja. "Nos toca ser fuertes para elaborar un proyecto que nos devuelva a nuestro sitio: la Primera División", agregó el director general, Alvaro Ruiz Mateos. Pero el Rayo está en Segunda, un destierro que la familia tachó de "inviable" durante la temporada. "No vamos a dejar al club abandonado. Seguiremos al frente", manifestó la presidenta. Un detalle denota la horrenda trayectoria del Rayo este año. Mientras otras temporadas los spots de los flanes Dhul, empresa de la que es dueño José María Ruiz Mateos, los protagonizaban la presidenta y los jugadores del Rayo, artífices entonces de buenas campañas, la de este año ha atribuido el protagonismo a Ronaldinha, posiblemente el único argumento feliz de un año demasiado triste.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 2 de junio de 2003