Selecciona Edición
Selecciona Edición
Tamaño letra

Los radicales palestinos proseguirán la Intifada

Israel reimpone la clausura de los territorios de Cisjordania y Gaza por temor a atentados

Jerusalén
Abu Mazen se ha embarcado en una misión casi imposible: convencer a los radicales palestinos, especialmente a los fundamentalistas de Hamás, de que es el momento de hacer la paz con Israel. Ayer, este objetivo parecía muy lejano después de que Hamás, y otros cuatro grupos radicales palestinos, decidieran continuar con la Intifada y rechazar las conclusiones de la reciente cumbre de Áqaba (entre George Bush, Ariel Sharon y Abu Mazen) en la que "resistencia se asimiló a terrorismo", según un dirigente de Yihad Islámica. El primer ministro israelí respondió al desafío volviendo a bloquear los accesos a Cisjordania y Gaza por temor a nuevos atentados que convertirían en papel mojado el plan de paz conocido como Hoja de Ruta.

Cinco grupos radicales palestinos, capitaneados por Hamás, decidieron ayer por la noche proseguir con la Intifada, en una actitud de desafío y rebelión contra los acuerdos de la cumbre de Áqaba, donde los primeros ministros de Israel, Ariel Sharon, y de la Autoridad Nacional Palestina, Abu Mazen, bajo la supervisión del presidente norteamericano George W. Bush, pusieron en marcha el proceso de paz, establecido en la Hoja de Ruta. La respuesta de Israel, al conocer el acuerdo de los radicales, fue inmediata: ordenó la clausura hermética de los territorios de Cisjordania y Gaza por temor a posibles atentados.

Los integristas tratan de formar un frente común contra la Hoja de Ruta

Abu Mazen, en un ataque de ira, decide congelar cualquier trato con Hamás

La decisión de Hamás, Yihad Islámica, Frente Popular para la Liberación de Palestina, Frente Democrático para la Liberación de Palestina y las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa (pertenecientes a Al Fatah), fue decidida ayer noche, en un cónclave celebrado en un lugar secreto de Gaza, mientras Abu Mazen desplegaba todos los esfuerzos para establecer un diálogo con estas organizaciones para tratar de convencerles de que decretaran un alto el fuego en su lucha contra Israel. Abu Mazen quiere que pongan temporalmente fin a una Intifada que se inicio hace 32 meses y se ha cobrado más de 3.500 muertos.

La rebelión de los movimientos radicales palestinos ha estado promovida por Hamás, que el pasado viernes, anuncio a través de Abdelaziz Rantisi, la congelación del dialogo que mantenía desde hace semanas con el primer ministro palestino para establecer una tregua. La decisión fue adoptada como protesta al discurso de Abu Mazen en Áqaba, en el que asoció la resistencia palestina a un movimiento terrorista, anunció el fin de la Intifada armada y no hizo ninguna mención al sufrimiento del pueblo palestino ni a sus principales reivindicaciones; el retorno de los refugiados y la capitalidad de Jerusalén.

"Su discurso fue una vergüenza, fue una traición a todos los palestinos. Nos escandalizó a todos. Habló con respeto del sufrimiento del pueblo palestino, pero no pronunció una simple palabra con respecto al desenfreno israelí de asesinatos y terror contra hombres indefensos, mujeres y niños. Tampoco hablo del retorno de los refugiados, de Jerusalén o con respecto a la situación de Yasir Arafat", aseguró ayer de nuevo Abdelaziz Rantisi al tiempo que sostenía que los silencios del primer ministro en el discurso de Áqaba tenían como objetivo conseguir un "certificado de buena conducta".

Abu Mazen, atemorizado ante la rebelión de Hamás, dio orden a su ministro de cultura Ziad Abu Amr de establecer contacto inmediato con los líderes radicales palestinos de Gaza, para sofocar el conato de sedición. Ziad Abu Amr, de 53 años, licenciado en Ciencias Politicas por Harvard, en Estados Uunidos, profesor en la Universidad de Bir Zeit, en Ramala, diputado independiente del Parlamento palestino, experto en relaciones internacionales y estudioso del movimiento fundamentalista en Gaza, fracasó en su intento, a pesar de sus relaciones personales con el portavoz Abdelaziz Rantisi, con el que durante varios años compartió celda y destierro.

A última hora de la tarde, en plena tensa espera, mientras los radicales palestinos coordinaba su postura, Abu Mazen hacia llegar a los reunidos un mensaje "confidencial", prácticamente una excusa, asegurando que fue engañado en la cumbre de Áqaba por los israelíes. Según este informe habría habido un acuerdo previo entre estadounidenses, israelíes y palestinos, en virtud del cual los beligerantes mencionarían solo sus compromisos, pero no sus exigencias. En el momento de la verdad, los israelíes incumplieron el pacto, lo que dejó a Abu Mazen en ridiculo, según aseguró Sajer Habache, coordinador del Comité de Fuerzas Nacionales e Islámicas, que agrupa a las 13 organizaciones palestinas que impulsan la Intifada.

Pero ninguna de estas explicaciones y maniobras logró convencer a los dirigentes de los cinco grupos, que decidieron unánimemente, sumarse a la decisión de Hamás, es decir, ignorar los acuerdos de Áqaba, dar la espalda a la Hoja de Ruta y continuar con la Intifada armada y los ataques contra Israel. Al mismo tiempo los representantes radicales acordaron congelar cualquier tipo de diálogo con Abu Mazen, hasta que rectifique el contenido del discurso pronunciado en la cumbre de Áqaba, por entender que su mensaje oficial, no puede servir de base al diálogo nacional que éste pretende llevar a término. Los cinco grupos han decido volverse a reunirse en un plazo de 48 horas.

La rebelión de los radicales amenaza con convertir en papel mojado el plan de pacificación, conocido como la Hoja de Ruta, y con abortar de esta manera la solución pacífica impulsada por EE UU. Pero además la actitud desobediente de estas organizaciones puede suponer el fin del mandato de Abu Mazen, al que todos critican y al que la calle palestina acusa de ser "un agente de la CIA", los servicios secretos de Estados Unidos. Ayer por la noche Abu Mazen en un ataque de ira decidía por su parte congelar cualquier trato con Hamás y anunciaba que nunca volvería a hablar con ellos.

La situación de tensión entre el Gobierno palestino y los grupos radicales políticos, coloca a los territorios de Cisjordania y Gaza, a las puertas de una guerra civil, como sucediera hace poco menos de un año, cuando militantes fundamentalistas y fuerzas de seguridad se enfrentaron en las calles de la capital de Gaza. En medio de la crisis todos los rostros se dirigen hacia la Mokata, con la esperanza de que el presidente Arafat, medie en el conflicto, reconduzca la situación y reconcilie a las partes.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 8 de junio de 2003