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Reportaje:FÚTBOL | Revolución en el Madrid tras la conquista del 29º título de Liga

La noche de las caras largas

La fiesta del título degeneró en una amenaza de motín de la plantilla y en una arenga del presidente

"Yo os pido que mañana, aunque no os guste que no nos dejaran subir a la Cibeles, nos pongamos nuestro traje y cumplamos con las Instituciones (que no las personas) y con los miles de madrileños que os estarán esperando en La Almudena, en el Ayuntamiento y en la Comunidad. Entre personas mayores y en el mejor club del siglo XX, hacer un mundo de esto no tiene sentido". Hacía más de cinco horas que el Madrid había conquistado la Liga, pero Florentino Pérez sentía que estaba en medio de un funeral y no a los postres de la cena de celebración del título.

Por eso, micrófono en mano, llegado el momento de los discursos, el presidente decidió endurecer la voz. "Y quiero decir también que cada vez que ganemos un título tengamos las caras agradables, porque es la segunda vez que celebramos un título y veo unas caras que no se corresponden". Pérez se refería a otra noche de fiesta, la de la Supercopa de Europa en Mónaco, que acabó en discusiones. Mientras hablaba el presidente, el gesto de los jugadores permanecía impasible. No así el de los periodistas, que, a las puertas del restaurante, cuatro y cuarto ya de la madrugada, escuchaban perplejos los reproches por megafonía.

"Tenemos que saber que estamos en el Real Madrid", insistía Pérez, "que es muy importante; que hay millones de personas pendientes de nosotros, y que no tienen derecho a que no nos comportemos como personas mayores y sepamos la responsabilidad que tenemos que asumir por pertenecer a esta prestigiosa institución".

El presidente del Real Madrid trataba de apagar la amenaza de motín con que la plantilla intentaba demostrar su descontento. Su enfado por la irrupción del fichaje de Beckham en medio de la trascendental semana del título, por la situación en la que quedaba su compañero Guti, por la forma en la que se estaba discutiendo la continuidad de Del Bosque. Y por la gota que colmó el vaso, según repetían una y otra vez los jugadores: no haber podido colocar una bufanda sobre La Cibeles.

La batalla había comenzado nada más concluir el encuentro del Athletic, el triunfo que les daba el título. Los futbolistas dieron una vuelta al campo como mero trámite y se refugiaron enseguida en los vestuarios. Rompieron porque sí con la ceremonia prevista: dos vueltas al campo, los pases de Raúl con el capote y el manteo a Del Bosque. Nada. Se agarraron a la presencia masiva de medios de comunicación sobre el césped -en número menor a los acreditados en el último alirón liguero del Madrid, hace dos años- y se plantaron. Se fueron sin dar una segunda vuelta, sin atender a los medios, sin compartir la fiesta de fuegos artificiales con el abarrotado Bernabéu. El club exigió el retorno al césped de los jugadores, pero sólo recibió negativas y amenazas. Las miras de los futbolistas ya se dirigían hacia la Cibeles, hacia la protección policial que se anunciaba. Sólo unos pocos -Solari, McManaman, Ronaldo, Flavio y Cambiasso- cantaban felices en las duchas. La mayoría discutía. Y otros, como Zidane, ni brindaban ni protestaban.

"Si no hay bufanda, no hay Cibeles. Y no vamos mañana al Ayuntamiento y la Comunidad". Tras una acalorada discusión entre Fernando Hierro y Jorge Valdano, el equipo, con algunos futbolistas en calzoncillos, para hacer visible su enfado, acudió finalmente a La Cibeles. La policía impidió que los jugadores se subieran, que pusieran la bufanda al cuello de la fuente, y la bronca fue en aumento. "Lo ha prohibido el alcalde", dijo un agente. "¿Y dónde puedo hablar con el alcalde?", contestó un Raúl cada vez más enojado.

Tras la ceremonia de la Cibeles, otra vez al Bernabéu para cambiarse. Y finalmente, pasadas las dos de la madrugada, ya que era importante llegar con retraso para airear el malestar, la cena de supuesta confraternización. La cara de los jugadores no hacia presagiar una fiesta. Y sus primeras palabras, tampoco. "Presidente, no nos han dejado poner la bufanda; mañana no vamos al Ayuntamiento".

Luego, llegaron las duras palabras de Florentino Pérez a los postres, que tampoco sirvieron de mucho. Casi al contrario, la plantilla, tras reunirse en un aparte, insistió en su malestar y en sus trece: "No se va a ningún lado". Comenzaron las reuniones, las fuertes palabras entre Florentino Pérez y Fernando Hierro. Las negociaciones de Jorge Valdano con los pesos de la plantilla, eternas. Y casi a las siete de la mañana, el acuerdo. Los jugadores, aunque a regañadientes, aceptaron cumplir con el programa de visitas de ayer.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 24 de junio de 2003