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CRISIS EN LA COMUNIDAD DE MADRID

La tránsfuga admite que actuó a las órdenes de Tamayo y se desmarca de los constructores

La parlamentaria Mayte Sáez explica así su fuga: "Lo hice por los ciudadanos de Madrid"

María Teresa Sáez, la compañera de traición de Eduardo Tamayo, habló ayer en público por primera vez sobre los motivos que le llevaron a abandonar la Asamblea de Madrid el pasado día 10 de junio. Sáez, durante su exposición previa al interrogatorio en la comisión de investigación del Parlamento regional, asumió como propias varias de las coartadas utilizadas por Eduardo Tamayo unos minutos antes: el rechazo a los pactos con Izquierda Unida y el incumplimiento de las promesas a los que supuestamente los tránsfugas habían llegado dentro del PSOE.

Pero desde un principio, en esa comparecencia que la diputada leyó a duras penas, Sáez dejó claro que ni conoce "a Verdes, ni a ninguno de los amigos de Tamayo". "A mí, todo eso me suena a cuentos chinos", afirmó.

La traidora del PSOE se aferró a la decisión del Tribunal Superior de Justicia de Madrid de no admitir a trámite la querella presentada por el PSOE contra varias personas entre las que ella se encuentra para justificar su inocencia. "Tomé la decisión unos cinco minutos antes de que el pleno comenzara", dijo. "Todo se trató de un toque de atención que queríamos darle al señor Simancas. Nunca pensé que se iba a montar el circo que han montado. Pensé que nos pondrían una multa o que nos abrirían un expediente disciplinario".

El portavoz de IU en la comisión, Luis Suárez, preguntó a Sáez si sabía algo de las llamadas realizadas por Tamayo justo después de la espantada y de sus conexiones con los constructores Francisco Bravo y Francisco Vázquez. "No tengo ni idea de qué habló. Sólo le escuché hablar de unos papeles. En el momento en que salimos de la Asamblea, las decisiones las tomaba Tamayo", aseguró, y negó saber quién había pagado el hotel en el que se hospedó el día de la espantada.

Sáez volvió a aferrarse a una justificación que ya había manifestado en varios medios de comunicación: "Podía haberme quedado cuatro años cobrando más de cuatrocientas mil pesetas y ahora tendré que volver a mi sueldo de poco más de cien mil". "¿Por qué simplemente no dimitió?", le preguntó Suárez. "Porque entonces las cosas habrían seguido igual. Lo he hecho por los ciudadanos de Madrid".

El portavoz del PSOE en la Comisión, Modesto Nolla, realizó un primer turno en el que atacó a Sáez de manera feroz: "¿Es usted capaz de mirar a los ojos a sus hijos, a su madre, a sus vecinos? ¿Es usted capaz de mirar a los ojos a los miles de jóvenes madrileños que votaron por primera vez a la izquierda? ¿No tiene conciencia de que con su traición muchos jóvenes van a desconfiar de la política, van a creer que su voto no sirve para nada?".

Nolla acosó a Sáez de la misma forma que ya había hecho con Tamayo. Nolla le preguntó a Sáez si su compañero de espantada le había comunicado la marcha de las negociaciones con IU que Tamayo había firmado en las reuniones de las comisiones ejecutivas del PSOE.

"No a todo", acertó a decir Sáez.

"Ni siquiera le contó el señor Tamayo las reuniones a las que no se había dignado a asistir en las que se trataba sobre estas negociaciones", insistió Nolla. "Tampoco", respondió la compareciente. "En los comités regionales del PSOE no hay Dios que hable porque van 200 personas y todas quieren escucharse a sí mismos".

Despidos indiscriminados

Sáez también arremetió contra la Federación Socialista Madrileña por lo que ella llamó "despidos indiscriminados". Nolla le inquirió a Sáez por el número de despidos que se habían realizado. "Todos los empleados de la Secretaría de Organización que había puesto Ignacio Díaz los pusieron en la calle. También a mi marido que era un simple administrativo".

"¿Usted nos ratifica que el grupo de renovadores por la base se disolvió en el año 2000?", le espetó Nolla a Sáez. "Se disolvió el grupo pero no las personas". En ese momento Sáez comenzó a ponerse nerviosa: "Lo que ocurrió es que nos cambiamos el nombre, pero no desaparecimos. Pasamos a llamarnos los que apoyan a Zapatero".

Sáez negó que fuera Tamayo el que la hubiera convencido para que diese la espantada. "El día 9 se llevó usted todo lo que tenía en su despacho y el monovolumen que tenía permanentemente aparcado en el garaje de la Asamblea". "No le puedo decir, no sé cuándo se lo llevó mi marido porque yo no conduzco", afirmó la tránsfuga.

El líder de la corriente Renovadores por la Base, José Luis Balbás, subió al estrado a las 23.40. Para evitar tener que tramitar una nueva citación, se le leyeron sus derechos. Antes de que se suspendiera la sesión, a las 00.05, el portavoz de IU hizo uso de su turno de intervención.

Tras romper el silencio

María Teresa Sáez, a la que diputados y periodistas llamaban la mudita, habló ayer y fue la demostración del porqué ha estado callada hasta que una comisión de investigación le ha obligado a romper su silencio.

Sáez se mostró ayer como una parlamentaria de andar por casa. La retórica que, en principio, debe ser una de las cualidades de un político, no es el fuerte de María Teresa Sáez. "Estos señores, como les dejéis sanidad nos van a llevar en alpargatas". "No me he contradecido (sic)". "Me parece una vergüenza de que me diga esto". "A mi hijo lo han regresado a su trabajo". Éstas fueron varias de las respuestas que Sáez dio en la comisión de investigación. La pregunta que más se hacían ayer varios diputados del PP era: "¿Cómo es posible que esta mujer sea diputada regional? ¿Cómo es posible que haya sido vicepresidenta de la comisión de control del ente público Telemadrid?". Sáez aseguró que su espantada responde a una necesidad de ayudar a los ciudadanos.

Nacida el 7 de junio de 1949, Sáez aprobó el graduado escolar, estudió secretariado y ofimática. Ha sido administrativa en el hospital 12 de octubre, vocal vecinal de la junta Municipal de Usera, secretaria de organización de la agrupación socialista de Mediodía Sur y miembro electo de la Comisión Ejecutiva Regional de la FSM en su octavo congreso.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 29 de julio de 2003

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