Se armó la marimorena en la salida y, a partir de ahí, lo único que quedó claro es que Juan Pablo Montoya sería el ganador. Y lo fue, por aquello de que está iluminado y porque su Williams anda como un tiro. Lo demás no se resolvió hasta el último parpadeo. Parecía que sería segundo Schumacher, pero acabó séptimo tras destrozar un neumático; lo pudo ser Trulli, pero su Renault le jugó una mala pasada y le dejó en el tercer puesto. Tuvo opciones Alonso, a la postre cuarto, pero al intentar adelantar a su compañero de equipo se salió en una curva. Así que fue segundo Coulthard, que pasaba por allí.
La disparatada salida de Ralf Schumacher despidió de la prueba a Raikkonen y Barrichello
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El abrasante Gran Premio de Alemania, 47 grados de temperatura desprendía el asfalto, fue un maravilloso disparate en el que Fernando Alonso sobrevivió al caos, aunque se quedara sin la gloria del podio. Todo comenzó a fraguarse en la salida. Arrancó en primera posición el colombiano Montoya, que se fue pitando. Tras él estaba su compañero Ralf Schumacher, que hizo una maniobra que le va a costar cara. Salió desde el lado derecho de la pista y enseguida viró hacia el contrario, lo que no habría tenido nada de particular si no fuera porque allí ya le había cogido la posición el brasileño Rubens Barrichello. Vio éste que se le venía encima el alemán, así que no le quedó más remedio que echarse aún más hacia la izquierda. Por desgracia, Kimi Raikkonen ya había metido el morro de su McLaren por el mínimo hueco que quedaba en esa zona, por lo que su rueda delantera golpeó el Ferrari de Barrichello y éste, de rebote, chocó con el vehículo que conducía de mala manera el menor de los Schumacher.
Se montó allí un guirigay de cuidado. Chasis que se rompen, trozos de fibra de carbono, de color rojo, azul o negro, que crujen, un par de neumáticos que saltan por los aires y lo que queda del coche de Raikkonen que da dos vueltas en redondo antes de echar a volar y empotrarse, hecho añicos, contra la protección. Los tres tuvieron que abandonar, claro, y los comisarios, tras revisar los hechos, decidieron sancionar a Ralf Schumacher, que en el próximo Gran Premio partirá en la parrilla de salida diez puestos por detrás del que en buena lid se gane en la calificación.
Sin embargo, lo mejor de aquella estruendosa puesta en escena lo hizo Alonso. Se dio la orden de salida y el español se devoró al francés Oliver Panis. Delante tenía al mismísimo Michael Schumacher. Lo mismo le dio. Se pegó al borde derecho del asfalto y por ahí le rebasó. La carrera se detuvo, con el coche de seguridad al mando, mientras se adecentaba la zona en la que había ocurrido el accidente. Cuando, tres vueltas después, se reanudó la marcha, el cuarteto de cabeza lo formaban Montoya, JArno Trulli, Alonso y Schumacher. Y así se mantuvo hasta que en la vuelta 14 el italiano entró en los boxes. Un giro después le tocó pararse a Montoya. Alonso quedó primero. Y en ese puesto dio una vuelta completa, lo que ya ha ocurrido 28 veces en este Mundial.
Pero llevó el español su Renault a repostar y, a su regreso, se recuperó el orden establecido antes de las paradas. Mientras Montoya ponía definitivamente tierra, y mar también, de por medio, Alonso y Schumacher se pegaban a un Trulli que en cada vuelta perdía tiempo con respecto a sus perseguidores: 2,3 segundos sacaba al español en la vuelta 20 y sólo 0,6 en la 32. En ese momento, Alonso intentó adelantarle en una curva. Pegado a él, apuró demasiado la frenada y el coche se le fue recto.
El español se paseó por la hierba y Schumacher le rebasó. A los boxes se fue aquél para cambiar los neumáticos sucios y Coulthard le ganó otro puesto. Era quinto Alonso. A ocho vueltas del final, Schumi adelantó a Trulli por fuera, tan por fuera que lo hizo por la gravilla que bordea el asfalto. La grada, poblada de alemanes, rugió. Coulthard también dejó atrás a Trulli, que circulaba, desesperado, con el cambio automático roto. Pero el paseo de Schumacher por los suburbios del asfalto desgastó tanto sus ruedas que una de ellas se desgarró del todo. Quedaban tres vueltas y, en ellas, Alonso fue capaz de robarle tres segundos a Trulli y entrar en la meta a sólo tres décimas de su compañero. Schumacher, mientras, lograba cazar dos puntos al acabar séptimo, lejos, muy lejos de un Montoya que amenaza su reinado tras darse un paseo militar del estilo de los que acostumbraba a darse, hace bien poco, el todavía número uno.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 4 de agosto de 2003