Selecciona Edición
Selecciona Edición
Tamaño letra
ACCIDENTE EN LAS OBRAS DEL TREN DE ALTA VELOCIDAD

Los familiares se quejan de que nadie les avisó del accidente

Los familiares de los trabajadores atrapados que ayer tarde se acercaron a la boca del túnel se quejaban de que ni las autoridades ni la empresa constructora les habían avisado del accidente. "Me he enterado por la televisión y he venido para ver si alguien me decía algo", declaraba Maribel, esposa de José Ángel Álvarez, uno de los operarios, con su hija pequeña en brazos. "Nadie nos ha informado de nada, y si sé que están bien es porque me lo han dicho otros compañeros de mi marido".

La tensión se palpaba a la entrada de la carretera que conduce a la zona de obras, cortada por la policía. Se encontraban allí numerosos familiares de los obreros atrapados, angustiados por la falta de noticias y la imposibilidad de acercarse al lugar. Cada vehículo que se adentraba en la zona prohibida era examinado con preocupación, porque hasta tres horas después de producirse el accidente no se permitió el acceso a nadie, salvo los equipos de rescate y autoridades.

Sobre las seis de la tarde llegó el ministro de Defensa, Federico Trillo-Figueroa. El hecho de que se le permitiera la entrada mientras se retenía a los familiares desató la ira: "¡Si entra él, lo hago yo con un par!", exclamó la esposa de uno de los trabajadores. Después llegó una ambulancia y la ira se convirtió en angustia. "Es una ambulancia, ¡Dios mío!, eso es que les ha pasado algo".

Despliegue de camillas

Cuando se permitió el acceso, todavía había demasiada distancia como para que los familiares pudieran conocer de primera mano lo que estaba sucediendo en el túnel. Una terraza de unos 15 metros de altura y rodeada por una valla los separaba de la zona de obras, pero aún así se podía observar el ajetreo de los equipos de rescate y el despliegue de camillas para los que iban a ser rescatados.

Las mujeres de dos trabajadores ecuatorianos, Darwin Vázquez y Carlos Moreno, acompañadas por sus hijas pequeñas y unos amigos, esperaron las evacuación más de dos horas con gesto preocupado. Cada movimiento en la boca del túnel era observado con detenimiento, hasta que sobre las ocho de la tarde el tren de transporte salió a la luz con los 34 operarios en su interior.

María, esposa de Ángel Mateos, de 50 años, el maquinista que sufrió el accidente y que fue el que alertó del fuego, no podía calmarse. Además de su marido, también tenía a su hijo, Miguel Ángel, de 22 años, atrapado en el interior del túnel. No pudo contener las lágrimas durante toda la tarde y se retorcía las manos con un pañuelo. Escrutaba con la mirada la vía del tren de transporte y cuando éste salió con la ansiada carga no pudo contener la emoción ni las lágrimas. "No saben lo que es vivir esto", dijo entre sollozos. Pero ya eran de alegría.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 7 de agosto de 2003