34 trabajadores de las obras del AVE Madrid-Valladolid pasaron ayer más de cinco angustiosas horas encerrados en un túnel por el incendio de una locomotora. Estaban a sólo cuatro kilómetros de la boca del túnel pero el rescate se hizo eterno porque ni en la obra ni en toda Segovia había bombonas de oxígeno para que los bomberos pudieran llegar hasta ellos. Al final, tres helicópteros las trajeron de Madrid y León y los bomberos pudieron rescatar a los trabajadores que salieron prácticamente ilesos y por su propio pie. Sólo dos de los trabajadores fueron trasladados a la ambulancia en camilla.
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Eran las tres y cuarto de la tarde y los trabajadores del turno de la mañana acababan su jornada en la colosal tuneladora, de casi 200 metros de largo. Ya habían conseguido agujerear cuatro kilómetros de la sierra de Guadarrama. Un tren de transporte marchaba hacia ellos, y cuando había recorrido un kilómetro se incendió. Los operarios que iban en el tren trataron de extinguir el fuego, pero fracasaron, aunque sí pudieron avisar rápidamente a los bomberos.
Los 34 trabajadores quedaron entonces bloqueados porque una enorme columna de humo que se desplazaba hacia ellos les impedía la salida. Algunos sufrieron incluso quemaduras al intentar salir, según Ana San José, concejal de Seguridad del Ayuntamiento de Segovia y la única persona que informó durante horas.
Cada 15 minutos, los trabajadores, muy nerviosos, se comunicaban a través de un radiotransmisor con los servicios de rescate. Transmitían mucho miedo, pero no había heridos de gravedad y sobre todo disponían de una bolsa de aire suficiente como para aguantar las varias horas que les esperaban. Todo el que cabe en los tres kilómetros de túnel que había hasta el origen del fuego. Era fundamental que tuvieran oxígeno porque no había ninguna manera, al menos en ese momento, de hacerles llegar más.
El incendio se pudo extinguir enseguida, pero justo entonces se comprendió que el rescate no sería fácil. Ni en el túnel ni en la obra ni en toda Segovia había equipos de oxígeno adecuados para que los bomberos pudieran atravesar la columna de humo dos veces: a la ida solos y a la vuelta con los trabajadores.
"No está previsto un accidente así", explicaba con impotencia la concejal de Segovia que responsabilizaba de ello a quienes construyen el túnel, esto es, el Gestor de Infraestructuras Ferroviarias (GIF), junto a las empresas ACS y FCC. El jefe de la policía local de Segovia, Julio Rodríguez, coincidía en ofrecer esta versión y aclaraba que sin esas "bombonas de aire comprimido de larga duración" era imposible atravesar la zona del humo sin asfixiarse. El túnel tiene un sistema de ventilación, pero no era aconsejable utilizarlo con el fuego porque podía avivarlo. También el secretario general de Comisiones Obreras de Segovia, Ignacio Velasco, criticó las medidas de seguridad y destacó que al menos 400 personas de la obra trabajan como subcontratados.
El oxígeno llegó con tres helicópteros desde León y Madrid, pero tardó mucho. Hasta las 19.00, casi cuatro horas después del accidente, no aterrizó en la zona la primera aeronave con las bombonas. A pesar de este retraso, comentado entre todos los trabajadores y familiares que seguían la operación desde lejos, el ministro de Defensa, Federico Trillo-Figueroa, sostuvo una vez concluido el rescate que habían funcionado todos los sistemas de seguridad sin problemas.
Con los helicópteros y el oxígeno llegaron las primeras muestras de optimismo. Rápidamente, el tren que debía transportar a los rescatadores se llenó con las bombonas que llegaron desde el aire. Y los bomberos dieron claros signos de que ya tenían todo lo necesario para proceder al rescate. A través del transmisor, los trabajadores seguían comunicando que estaban bien, aunque cada vez más ansiosos por salir.
Los familiares recibieron entonces la noticia de que el rescate tardaría como mucho media hora. Y así fue. Una veintena de bomberos entró para sacar a los obreros atrapados, y media hora después salió el tren con todos: bomberos y trabajadores.
Al final, según explicó el alcalde de Segovia, el socialista Pedro Arahuetes, no fue necesario utilizar las bombonas, porque los bomberos habían tenido que esperar tanto al oxígeno que el humo ya se había despejado.
En cuanto apareció el tren, cientos de trabajadores que esperaban en la boca del túnel aplaudieron la llegada de sus compañeros ilesos. Los gritos de los familiares, que trataban de comunicarse con los rescatados desde la terraza que domina la zona de obras, tornaron la alegría en histeria.
Todos salieron por su propio pie, aunque enseguida tres necesitaron una camilla y oxígeno para llegar a las ambulancias. Al final, todo quedó en susto, porque aunque fueron trasladados a dos hospitales para reconocerles recibieron enseguida el alta.
Una pequeña ciudad de 600 operarios
Más de 600 personas trabajan en la entrada segoviana del que será uno de los mayores túneles de Europa. Es casi una pequeña ciudad con trabajadores de todo el mundo. La zona de la obra, de dimensiones colosales, era ayer un hormiguero de operarios, familiares y periodistas. En total, medio millar de personas. El dispositivo preparado para el rescate, con más de 20 ambulancias, unas 30 camillas tiradas en el suelo y decenas de enormes botellas de agua, esperaba el desenlace final. Cientos de obreros y bomberos esperaron mano sobre mano durante horas hasta que se pudo entrar al túnel. En toda la zona había un fuerte olor a quemado, que angustiaba aún más a los familiares. En medio de este enorme despliegue de obreros con mono de trabajo y bomberos con el traje de rescate destacaban los coches oficiales de algunas autoridades, pero sobre todo se podía apreciar desde lejos al ministro de Defensa, Federico Trillo-Figueroa, que parecía dirigir las operaciones en mangas de camisa y con claros gestos de autoridad.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 7 de agosto de 2003