No espabila el Madrid, que a día de hoy no se sabe muy bien qué es ni qué pretende, enrevesado como le tiene el entrenador, con problemas de lucha de clases en el vestuario y de organización en el campo. Puede que haya llegado cansado de Asia y esté pasado de vueltas, y así se entendió su actuación en Mestalla. En Mallorca, sin embargo, empeoró el partido de Valencia, y agrandó sus cuitas. Un simple cambio explica cómo están de complicadas las cosas: Beckham fue sustituido por Makelele a la que el encuentro se puso chungo.
MALLORCA 2 - REAL MADRID 1
Mallorca: Leo Franco; Cortés, Niño, Nadal, Poli; Campano (Stankovic, m.64), Marcos, Ibagaza, Toni González (Nagore, m.62); Etoo y Bruggink (Perera, m.79).
Real Madrid: Casillas; Salgado, Helguera, Pavón (Bravo,m. 53), Roberto Carlos; Cambiasso (Guti, m.75), Beckham (Makelele,m. 53), Figo, Zidane; Ronaldo y Raúl.
Goles: 0-1. M. 18. Figo, tras recibir un magnífico córner de Beckham que superó a Leo Franco. 1-1. M.45. Bruggink, a pase de Ibagaza con caño a Pavón. 2-1. M.47. Eto'o remata solo.
Árbitro: Pérez Burrull. Amonestó a Poli, Ronaldo, Pavón y Zidane.
20.000 espectadores en Son Moix.
MÁS INFORMACIÓN
Al Mallorca le dio igual Juana que su hermana, y desde el sentido común protagonizó una interesante remontada que le llevó a firmar un importante triunfo, siempre rimbombante cuando el Madrid está enfrente. Jugó mejor como equipo y suyo fue el futbolista más valioso de la ida: Ibagaza. Para la vuelta, la palabra la vuelve a tener el Madrid, que actúa en casa y se supone que, puesto a mantener vicios del pasado en cancha ajena, conservará también las virtudes en Chamartín.
Jugó el Madrid de salida sin Makelele, un grano entre tanta hermosura blanca. Queiroz mantuvo a Cambiasso de medio centro, como si tal cosa, y a cambio reorganizó la segunda línea: devolvió a Figo a su banda natural, la derecha, puso a Beckham en el ombligo del campo y Zidane quedó tirado a la izquierda. Un mal negocio. A la que el Mallorca presionó un poquito, el Madrid perdió el sitio y la pelota, al punto que resultó un equipo desvertebrado y desubicado, un pastel, sorprendido en cada jugada por el pase interior del Caño Ibagaza, superado por la velocidad de Eto´o, recogido en su propio campo.
Parado como si fuera un futbolín, jugando al pie y abrumado por el calor, el Madrid se partió por la mitad como de costumbre. No jugaba. Defendía, más mal que bien, o atacaba, generalmente con vértigo, y ahí remendó inicialmente sus disfunciones. Animado por Zidane, que dejó un par de gestos para el recuerdo, Ronaldo forzó un córner y entre Beckham y Figo lo transformaron en gol. Así funciona el Madrid. En su primera aparición, el inglés botó el saque de esquina, Leo Franco se comió el balón y el portugués lo remató a la red. De forma sorprendente, al córner siguiente fue Figo el que se fue al banderín y en la contra Campano marró el remate ante Casillas.
Inexplicable el comportamiento del Madrid, que sobrevivió como pudo, sometido constantemente a situaciones críticas, resueltas siempre con remedios de equipo pequeño. Antes de tomar el primer gol, le remataron hasta tres veces, tantas como disparos armó Ibagaza para Campano, empequeñecido frente a Casillas. Participativo y desequilibrante, Ibagaza no paró hasta que conectó con Brugging, el delantero centro, para que encarara al portero y firmara el empate cuando el Madrid pensaba en salir ileso y atrapar el descanso para refrescarse. Ya batido, el plantel blanco no sólo no supo reencontrarse en lo que quedaba de partido sino que no paró de dar vueltas para sobre si mismo para evitar males mayores, aceptando siempre el mando del Mallorca.
El gol de Eto´o en el arranque del segundo tiempo ratificó tanto la pujanza local como la incapacidad del Madrid para corregir el rumbo de las cosas. Llegados a tal punto, Queiroz claudicó y al tiempo que retiraba a Beckham del campo daba entrada a Makelele, una manera de agrandar la importancia del rebelde francés dentro del equipo y rebajar el ascendiente del inglés, por no hablar de la sustitución de Pavón, difícil de entender también si se recuerda que el entrenador pide un central. El Madrid se metió de lío en lío y acabó irreconocible y superado, incapaz de cambiar el ritmo, de darle la vuelta a la contienda.
Frágil y físicamente débil, el Madrid no supo organizarse. No hubo ni una sola noticia de los laterales ni tampoco de los extremos. Ni tampoco de Raúl, inutilizado por el dibujo de Queiroz. Ni se supo nada de Beckham. Falto de clase, el equipo tampoco tuvo chispa. Renunció tanto a las bandas como al entrejuego y se entregó a las jugadas de balón parado y a las arrancadas de Ronaldo, enganchado siempre a Zidane, cuya ubicación continúa siendo un misterio. El Madrid, al fin y al cabo, parece el mismo del año pasado, más Beckham, circunstancia que ha complicado el traje.
No encajaron las piezas, y del pastel blanco sacó tajada el Mallorca, un equipo que cada año cambia de piel, pero mantiene su picadura. Bien montado, mejor puesto y consistente, jugó siempre un punto por encima del rival. Puede que haya perdido vuelo por la salida de Novo y Riera. Defensivamente, sin embargo, continúa sólido, y en ataque se dispara con Ibagaza y Eto´o, santo y seña del equipo, ayer mucho más solvente que el Madrid, tan cegador fuera del campo como confuso dentro.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 25 de agosto de 2003