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Ronaldinho libera al Barça

El equipo azulgrana gana la Copa Catalunya frente a un Espanyol lleno de jugadores de la cantera

Rijkaard podrá estar tranquilo: se empeñó en ganar la Copa Catalunya, después de cuatro años de sequía azulgrana, y anoche logró que este título ya no se asocie más al ridículo en el Camp Nou. La victoria del Barça fue tan difícil como merecida. Los azulgrana tardaron una hora en taladrar la defensa del Espanyol, batido al final por la pillería de Ronaldinho y la cabezonería de Quaresma. Los blanquiazules resistieron hasta el final con un equipo con apenas un solo titular: el portero belga Lemmens. Clemente se fue contento con la derrota por la mínima y Rijkaard con un par de evidencias: que Ronaldinho es un lujo y que este equipo sigue tan negado ante el gol como siempre.

BARCELONA 1 - ESPANYOL 0

Barcelona: Víctor Valdés (Rustu, m. 45); Puyol, Reiziger, Cocu, Óscar López; Xavi, Gerard; Quaresma (Iniesta, m. 86), Ronaldinho, Luis Enrique (Overmars, m. 63); y Saviola (Kluivert m. 73).

Espanyol: Lemmens; Marc Bertrán, Carlos García, Soldevilla, Torricelli, David García; Moisés Hurtado (Ceballos, m. 55), Morales (Delgado, m. 75); Toni Velamazán (Corominas, m. 48), Àlex Fernández (Fredson, m. 65); y Jonathan Soriano (Postigo, m. 48)

Gol: 1-0. M. 60. Jugada personal de Quaresma, que regatea a tres rivales y supera a Lemmens en su salida con un remate afortunado.

Árbitro: Téllez Sánchez. Expulsó por doble amonestación a Ronaldinho (m. 93) y amonestó a Saviola, Luis Enrique, Gerard, Óscar López, Àlex Fernández y Soldevilla.

Estadi Montilivi: Lleno: 10.000 espectadores.

El partido fue un pulso entre la capacidad ofensiva del Barça, abortada ante la puerta, y la solidez de la zaga españolista. El choque se abrió a todo gas con una hinchada inclinada descaradamente del lado azulgrana. Lemmens ya tuvo que esmerarse nada más empezar: metió una mano prodigiosa a un disparo de Ronaldinho y luego el palo fue su aliado en un chut de Óscar López. Todo hacía predecir un festival del Barça por la diferencia de quilates de las dos alineaciones. Los azulgrana se pasearon al principio y dejaron huella en dos asuntos: Ronaldinho, ágil, hábil, listo y clarividente, está destinado a ser el rey de este equipo, al que le sigue costando horrores marcar un tanto. La sequía continúa: Saviola estuvo apagado y Gerard, llegando desde la segunda línea, se obstinó en un diálogo sordo ante el gol.

Sin nada que perder y todo que ganar, el Espanyol no se arrugó. Tuvo la grada en contra y sacó el pundonor en una final que consideró que estaba hecha a la medida del Barça. Clemente colocó una almena de cinco defensas y dejó arriba a Jonathan. Los blanquiazules hicieron un derroche de fuerza física y empezaron a ahogar la medular azulgrana. Toni Velamazán abrió un par de veces la banda derecha y metió en un lío a los azulgrana. Pero ni Jonathan ni David García estuvieron finos. Fue sólo un espejismo, porque el aparente equilibrio lo rompió Ronaldinho, que hizo una exhibición de sus recursos y una jugada espléndida que Luis Enrique remató al palo.

El partido siguió tras el descanso bronco, atascado, con una infinidad de faltas y con un ritmo entrecortado. El guión favorecía al Espanyol, que había metido al Barça toda la presión. Una trampa envenenada. Cada minuto de reloj contribuía a aumentar la victoria moral periquita. Clemente dio una vuelta de tuerca y alineó a Corominas y Sergio Postigo, dos juveniles hace un año. El Barça, mal dirigido por Xavi, parecía perdido. Quedaba media hora y todo estaba abierto. Y ahí apareció entonces Ronaldinho, que sufrió una falta de Soldevilla y fue más listo que nadie. Plantó el balón en el suelo, lo sacó con rapidez y se lo dio a Quaresma, que marcó. Una pillería de crack frente a la candidez del rival, lleno de jugadores inocentes.

El gol fue acogido como una liberación en el Barça y por la afición. El marcador ya no se movió por la ceguera de Gerard, que falló dos goles cantados, y de Ceballos, que erró solo ante portería. El Espanyol, sin recursos delante, buscó el gol en pos de los penaltis. Fue inútil. La grada festejó el éxito final y despidió a Ronaldinho como un héroe, pese a ser expulsado en el último minuto por el árbitro por una doble amonestación.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 27 de agosto de 2003