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El 'Prestige' derramó la mayor parte de la carga, hasta 50.000 toneladas, cuando se hundió

El 'Nautile' no detectó que los tanques centrales ya se habían roto durante el naufragio

El Prestige derramó la mayor parte de su carga al hundirse, el 19 de noviembre de 2002, cuando se escaparon entre 40.000 y 50.000 toneladas de fuel, un cálculo que depende de lo que hubiera perdido en los primeros seis días del siniestro, algo que se ignora. El Gobierno admite ahora que los primeros cálculos sobre el combustible total vertido, revisados varias veces al alza hasta llegar a las 64.000 toneladas que el vicepresidente Mariano Rajoy reconoció el pasado lunes, se basaron en estimaciones visuales e imprecisas del batiscafo Nautile. Ha llegado a la conclusión de que los tanques centrales, que se suponían llenos, se rompieron al partirse en dos el barco y vomitaron su contenido. El batiscafo no lo detectó porque no pudo entrar en el pecio.

El cálculo de las 37.500 toneladas de fuel que se suponía que quedaban aún dentro del pecio, hundido a 4.000 metros de profundidad, lo realizó el Comité Científico Asesor, dependiente del Gobierno. En el momento de mayor presión por la catástrofe, esta estimación era fundamental. Cuanto más hubiera dentro, menos habría salido fuera amenazando a las costas gallegas, cantábricas, portuguesas y francesas. Se equivocó en al menos 23.700 toneladas.

Un portavoz del Ministerio de Ciencia y Tecnología, que dirige Josep Piqué, y el comisionado del Ministerio de Fomento para la crisis del Prestige, Francisco Alonso, que ha seguido los trabajos desde el principio, coinciden en señalar que el error se debió sobre todo a que el comité se fió de las estimaciones visuales del Nautile, y a que creyó que los dos tanques centrales de la proa estaban llenos.

En realidad, según se ha sabido ahora, ambos se habían roto por la presión cuando el barco se partió en dos y al chocar con el fondo marino. Allí se vaciaron casi por completo, sacando al mar unas 15.000 toneladas no previstas. Algo parecido ocurrió en la proa, donde se pensaba que había unas 5.700 toneladas y sólo quedan 700. Estas cantidades, sumadas a las ya reconocidas en su momento, elevarían a 41.000 o 51.000 toneladas el fuel vertido por el buque el día del hundimiento. Otras 6.000 o 16.000 (que estaban en los dos tanques averiados) las perdió el Prestige entre el día del accidente, el 13 de noviembre, y el del hundimiento, el 19 de ese mes. Y más de 6.000 las derramó desde entonces hasta hoy. En total, casi 64.000 toneladas, el 80% de la carga.

En los primeros días, el delegado del Gobierno en Galicia, Arsenio Fernández de Mesa, dijo que al hundirse el barco sólo soltó "un rebufo, prácticamente nada".

¿Por qué se equivocó el Nautile en sus estimaciones? Una de las bases de sus cálculos fueron los datos sobre el fuel que salía por las grietas cuando el Prestige ya estaba hundido. Según explica Alonso, el batiscafo vio que salía chapapote por los agujeros de los dos tanques centrales de la proa, pero las fugas no eran muy grandes, así que pensó que estaban casi llenos. En otros dos depósitos de la popa, que tenían un registro abierto, el Nautile pudo meter una sonda de un metro y ver que estaban casi vacíos. Pero no había ninguna escotilla abierta en los centrales de la proa, así que lo hizo a ojo. Ni siquiera comprobó si estaban rotos.

Las divisiones centrales entre los tanques del petrolero se habían partido, el batiscafo tendría que haberse metido casi dentro del barco, por la zona de la ruptura, convertida en un amasijo peligroso de hierros y cables. Los robots que han utilizado ahora la compañía Repsol tampoco los han visto, pero saben que están vacíos porque han podido meter una sonda de 14 metros.

El Gobierno dio por buenas las estimaciones visuales del Nautile y, hasta este lunes, calculó el vertido total del Prestige en unas 40.000 toneladas, a pesar de que lo recogido en las playas y en el mar podían sugerir que esa estimación era baja.

Los cambios en las explicaciones del Ejecutivo respecto a las dimensiones de la tragedia han sido constantes. Mariano Rajoy, vicepresidente primero y máximo encargado del seguimiento, dijo al principio que el fuel se solidificaría en el fondo del mar. Y aún hoy, aunque sólo 20 litros al día, sigue fluyendo. Luego sostuvo que del pecio sólo salían unos "hilillos" de chapapote, y las estimaciones oficiales cifran en más de 6.000 toneladas lo que ha salido por las grietas, que también han ido creciendo en número según avanzaban los trabajos de inspección.

También dijo Rajoy que en verano ya no habría problemas con el chapapote, y entre julio y agosto se han recogido más de 3.000 toneladas. Sólo en el País Vasco se retiraron ayer 12.400 kilos en tierra y 9.000 en el mar, y hubo que cerrar cinco playas: Barrika, Arrigunaga, Plencia, Bakio y Ereaga.

Pero el mayor error se situó siempre en las dimensiones del vertido. El Ejecutivo se negaba a hablar de marea negra y sólo admitía al principio un derrame de 3.000 toneladas. Cuando se rompió el barco, lo subió a 10.000. Los expertos internacionales le convencieron en las siguientes semanas de que al menos eran 20.000. Y 20 días después de la catástrofe, cuando tuvo que admitir que había fugas y que el fuel no se estaba solidificando, Rajoy cifró ya en 25.000 toneladas el vertido. A finales de enero de este año, con la presión informativa muy reducida, se subió hasta 40.000, y finalmente se ha llegado a la cifra de 63.200.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 27 de agosto de 2003