Arreglar y poner en marcha las infraestructuras que garanticen la energía eléctrica en Irak cuesta 2.000 millones de dólares ahora y 13.000 en los próximos cinco años. Conseguir que haya un sistema nacional de agua potable implica un gasto de 16.000 millones en cuatro años. Son dos ejemplos de las cuentas que maneja Paul Bremer, coordinador de la Autoridad Provisional de la Coalición. Bremer trata de convencer a sus interlocutores en Washington de que las cosas están mejor de lo que parece en Irak, pero pide a EE UU y a la comunidad internacional un aumento del gasto para reconstruir Irak.
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Las declaraciones de Bremer, tras un encuentro con la dirección y periodistas de The Washington Post el martes, llegan en un momento delicado en cuanto a los números. La Oficina Presupuestaria del Congreso calcula que el déficit presupuestario de 2004 se va a disparar hasta un récord de medio billón de dólares y que, en los próximos diez años, el efecto combinado de las rebajas de impuestos de Bush y del aumento en los gastos de defensa mantendrán los números rojos hasta 2013.
En los cálculos de la Oficina Presupuestaria no se incluyen los gastos de la reconstrucción de Irak, que se acercarían a los 90.000 millones de dólares, según una estimación de la BBC. El presupuesto general de España para 2003 es de unos 211.000 millones de euros. El Pentágono, además, tiene una factura mensual que oscila entre los 4.000 y los 5.000 millones de dólares, el coste del despliegue de los 140.000 soldados que hay en territorio iraquí. Si se suman las previsiones de Bremer, los gastos del Pentágono y los cálculos de la Oficina Presupuestaria en una situación de recuperación económica incierta, la perspectiva de la reelección de Bush en 2004 debería preocupar a la Casa Blanca.
El presidente se limitó a hablar el martes en San Luis (Misuri), ante un grupo de veteranos, de "importantes" nuevos gastos en el compromiso de seguir en Irak, y se curó en salud pidiendo "perseverancia, paciencia y voluntad" a los estadounidenses, que, además de recibir las inquietantes facturas, deben aguantar un goteo diario de soldados muertos.
Bremer reiteró al Post que, "simplemente, no es verdad" que haya una situación de caos en Irak: "No es un país en el caos, ni Bagdad es una ciudad en el caos". En cuanto a la seguridad, el problema no viene de los ataques contra soldados: "No suponen una amenaza estratégica ni representan los sentimientos de los iraquíes". Lo que preocupa a Bremer es la entrada en el país, "en las últimas seis u ocho semanas", de militantes de países "como Siria, Sudán y Yemen" que han conectado con baazistas de Sadam y con miembros de Ansar al Islam, el grupo relacionado con la red Al Qaeda.
Las declaraciones de Bremer cifran las necesidades de reconstrucción en "varias decenas de miles de millones de dólares" y llevan impreso un sello de urgencia. La Casa Blanca indicó ayer que pedirá al Congreso fondos en las próximas semanas, cuando haya decidido la cantidad que será solicitada.
Los gastos están claros, pero ¿qué hay de los ingresos? Bremer admite que los beneficios del petróleo están siendo inferiores a lo proyectado, debido a factores como la antigüedad de las instalaciones, los cortes de luz y el pillaje. El lunes, ofreció Bremer como ejemplo más reciente, Irak produjo 1,7 millones de barriles; antes de la guerra, la producción oscilaba entre 2,5 y 3 millones diarios. El objetivo es alcanzar esos niveles dentro de dos meses, pero, aun en ese caso, los ingresos no serían suficientes.
Buena parte de estos problemas se plantearán en la Conferencia de Donantes prevista en España en octubre. Una de las tensiones que deberían resolverse es la resistencia de muchos países a comprometer ayudas bajo el actual modelo de ocupación: responsabilidades y control de EE UU y un papel meramente humanitario para Naciones Unidas. Bremer no ve ventajas en el cambio de modelo: "¿Qué iría mejor si la ONU asumiera la responsabilidad de la reconstrucción? ¿De qué forma mejorarían las cosas?".
[Richard Perle, asesor del Pentágono y uno de los arquitectos de la invasión de Irak, reconoció que "se cometieron errores" en una entrevista que publica hoy el diario francés Le Figaro, informa Reuters. "El principal fue no trabajar más con los iraquíes antes de la guerra, de tal forma que la oposición hubiese podido tomar el control inmediatamente".]
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 28 de agosto de 2003