El presidente mexicano, Vicente Fox, planteó ayer, durante su tercera rendición de cuentas, una visión más crítica de la realidad nacional que las dos anteriores, y propuso redoblar esfuerzos, principalmente en el Congreso, controlado por la oposición, para aprobar las reformas estructurales que reclaman la modernización política y económica del país. Casi en el ecuador de su mandato, destacó como avances de su primer trienio la consolidación de los valores democráticos y las libertades, la independencia de los poderes del Estado, la ampliación de la inversión social, el combate frontal contra la delincuencia y la estabilidad macroeconómica.
Las proclamados logros fueron precisados a la baja, o negados, por los portavoces de la oposición, que atribuyen a la gestión del gobernante más fracasos que éxitos. Las encuestas conceden a Fox una popularidad cercana al 60%, aunque en descenso, que valora, fundamentalmente, su decencia y "buenas intenciones", virtudes muy aplaudidas por una sociedad harta de la corrupción y la indecencia. El ex gobernador de Guanajuato, de 61 años, ganó las generales de julio del año 2000, acabando con la hegemonía de siete decenios del Partido Revolucionario Institucional (PRI), y fue investido el primero de diciembre de ese año.
El presidente de la transición admitió que sus compatriotas le exigen más eficacia y cambios profundos porque, entre otras carencias, el paro y la ausencia de opciones desalientan. "Una enorme cantidad de delitos no son castigados", la desconfianza en la Administración de justicia es manifiesta y el presupuesto es insuficiente para revertir los desequilibrios sociales. En torno al 50% de los cien millones de mexicanos sufre pobreza y casi el 40% de la población laboral se ocupa en la informalidad.
La estabilidad macroeconómica no se ha traducido en crecimiento y generación de empleo, ni en mejores ingresos para las familias, según declaró Fox, pese a que México disfruta de la inflación más baja desde 1969, en torno al 4%, y los tipos de interés, un 4,5% de promedio, más bajos en décadas, así como las reservas internacionales más altas de la historia: 51.123 millones de dólares. "Para dar certeza al futuro del país son indispensables reformas que fortalezcan al Estado y transformen la incertidumbre de la ciudadanía en confianza", manifestó el presidente, que arranca la nueva legislatura con un hemiciclo en el que su partido, el conservador Acción Nacional (PAN) es minoría, frente al PRI y al Partido de la Revolución Democrática (PRD), de izquierda.
Hablan las encuestas
La comparecencia del gobernante ante sus compatriotas se efectuó precedida de varias encuestas. La medición del diario Reforma señala que el 57% aprueba la gestión del ex ejecutivo de Coca-Cola, que obtiene un 6,4 cuando se invita a la muestra a puntuarle personalmente del 0 al 10. El sondeo inquiere sobre la credibilidad de sus informes anuales: el 56% respondió que "mucha" en el año 2001, aprobación que bajó hasta el 50% el año siguiente, y al 46% en el actual. El paro, según ese estudio, se constituyó en el principal problema de México, desplazando a la inseguridad, obsesión hasta hace tres meses.
La tasa de aprobación, según El Universal, es hoy ligeramente inferior a la de los meses previos a las legislativas del pasado 6 de julio, en las que su partido fue severamente castigado. El 62% aprueba la forma de gobernar de Fox, contra el 63% de mayo. El combate contra el narcotráfico es uno de los logros más reconocidos a su Aministración.
El Independiente escudriña las motivaciones de la todavía alta popularidad, 60% en su medición, de Fox. La mayoría, según Francisco Abundis, director del instituto Parametría, le concede más tiempo, demostrándose que las esperanzas de un mejor gobierno no se han desgastado sustancialmente. "La aprobación se sostiene de expectativas y cualidades personales, más no de resultados", precisa el experto.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 2 de septiembre de 2003