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Crónica:

España da un baile entre patadas

Los de Sáez imparten una lección de fútbol y goles a una violentísima selección portuguesa

Si se trataba de ganar fe, España aprovechó de veras el amistoso de Guimarães. La selección, presa de un miedo repentino, volvió a creer en sí misma, se apoderó de la pelota y bailó a Portugal, el luminoso equipo que ejercerá de anfitrión en la fase final de la Eurocopa, ésa que los de Sáez tienen aún en el aire. Tan evidente fue la tunda, que los lusos, heridos de impotencia en su orgullo, contestaron a patadas y malos modos. La peor parte se la llevó El Niño, el futbolista sobre el que estaban puestas casi todas las miradas. Fernando Torres tuvo que retirarse cojeando, lleno de moratones, minutos antes del descanso. Era su debú, su gran día, pero sus tocayos Meira y Couto no le dejaron disfrutarlo. Le cosieron.

PORTUGAL 0 - ESPAÑA 3

Portugal: Ricardo (Quim, m. 77); Miguel, Meira (Andrade, m. 46), Couto, Valente (Rui Jorge, m. 46); Costinha, Manihe (Frechaut, m. 68); Conçeiçao (Boa Morte, m. 46), Rui Costa (Deco, m. 63), Figo; y Pauleta.

España: Casillas (Cañizares, m. 65); Michel Salgado, Juanito, Marchena, Puyol (Romero, m. 46); Xavi Alonso, Baraja (Xavi, m. 46); Etxeberria (Jaoquín, m. 46), Raúl (Reyes, m. 46), Vicente (Diego Tristán, m. 46); y Torres (Valerón, m. 44).

Goles: 0-1. M.11. Vicente apura por la banda izquierda hasta la línea de meta; centra hacia atrás; Raúl falla el remate, pero no Etxeberria.

0-2. M. 63. Gran jugada de Valerón, cede el balón a Michel Salgado, quien le pasa a Joaquín y marca desde fuera del área de fuerte disparo.

0-3. M. 77. Tristán se presenta solo ante Ricardo y, en el mano a mano, marca de vaselina.

Árbitro: Marian Salomir (Rumania).Amonestó a Couto, Conçeiçao y Michel Salgado.

Unos 21.000 espectadores en el estadio Alfonso Henriques de Guimaraes.

El Niño estuvo correcto el tiempo que le dejaron sobrevivir sobre el césped. Quizás se comportó un punto encogido, como impresionado por el estreno, sin demandar protagonismo. Se dejó ver en los apoyos y en unos cuantos controles que doblaron a su inseparable Meira, también en un remate a la media vuelta que se le fue arriba. Pero tampoco entró demasiado en escena. En parte porque las afiladas botas de los centrales lusos no le dejaron: a los 35 minutos Meira le dejó cojeando del tobillo izquierdo tras una entrada por detrás, y en el 43, en una patada del todo malintencionada, Couto le remató, le mandó directo a la enfermería con una acción barriobajera. Pero en parte, a Torres tampoco se le vio más por la novedad de sus compañeros: o no le entendían a él o él no les entendía a ellos. El caso es que no recibió ni un solo balón a la carrera, su punto fuerte.

De todas formas, España no necesitó jugarse la carta de El Niño. Fue superior a Portugal de norte a sur. Sólo al principio, tras tres errores seguidos de la nueva pareja de centrales (Juanito-Marchena, sin duda el punto más débil del equipo), los locales se asomaron al partido. Sobre todo en un tiro desviado de Pauleta, que se plantó solo ante Casillas. Tras ese susto tempranero, Portugal no volvió a causar más ruido en el primer tiempo que el que provocaron sus patadas.

España, en cambio, muy bien, gustándose de nuevo a sí misma. Y la llave de su recuperada felicidad estuvo principalmente en Xabi Alonso, definitivamente el medio centro ideal de este equipo. Corta y organiza. No se complica, busca siempre la solución más sencilla y le da vida a la circulación. Supo hacer de cortocircuito de las maniobras de Rui Costa por la zona de entrelíneas y, a la vez, ganar a base de simplicidad la posesión de la pelota.

A su lado, un poco por delante, Baraja dio vuelo a las jugadas, buscando acertadamente los costados, por donde Etxeberria y Vicente gozaron de un primer tiempo sumamente cómodo. Porque lo peor de Portugal fueron sus bandas: muy malos los laterales (Miguel y Valente) y también muy solos, sin la ayuda de Figo y Conçeiçao, que silbaban cuando tocaba defensa. Del dominio español en los flancos también tuvieron mucha culpa Puyol y Salgado, que cada día está mejor, pletórico de facultades y de atrevimiento, con fuerza y confianza para aparecer por todos lados. Los dos se blindaron por atrás, los dos probaron fortuna con éxito por delante.

La primera parte se zanjó con un gol (Etxeberria rompió a los 11 minutos una sequía de partidos) y un herido (Torres). Iñaki Sáez, que en lo que piensa es en el decisivo partido del miércoles ante Ucrania, realizó seis sustituciones. Salieron Valerón, Romero, Joaquín, Reyes, Tristán y Xavi, y Portugal amagó con venirse arriba. Ganó cuotas de pelota y lanzó tres avisos a Casillas, pero Pauleta volvió a pecar de puntería.

Cuando Portugal se creía capaz de la remontada, apareció Valerón, hizo de las suyas en el centro del campo en medio de una lluvia de patadas, abrió para el omnipresente Salgado, que le entregó el balón a Joaquín y éste, tras controlar y apuntar, dictó la sentencia. Los de casa ya no volvieron a pronunciar palabra. Todo lo demás lo dijo España, con Reyes gustándose por la izquierda en su debú, con Tristán regalando magia en el tercer tanto y con Valerón tan sublime como siempre al frente de todas las operaciones.

El mago del Deportivo volvió a reivindicar un sitio en el once español, a echar fuego al debate. Valerón es demasiado bueno como para reposar en el banquillo. España le necesita ante Ucrania. Pero también a Raúl, que es el mejor de todos. Y al Niño, que es la referencia arriba más saludable, si es que llega sano a tiempo el tobillo que Meira y Couto se empeñaron ayer en torturar. Le toca a Iñaki Sáez comerse la cabeza, dar con la solución. De momento ya sabe que tiene de nuevo a su equipo con la moral entera. Fuerte y seguro de sí, lleno de juego y de confianza. Lo comprobó Portugal, que acabó bailada y goleada en su propia casa. España no ganaba a los lusos desde abril de 1958. Y no quiso desquitarse de cualquier manera. Y así, pese a todas las patadas, 45 años después, la derrotó a lo grande.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 7 de septiembre de 2003