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TIROS LIBRES | BALONCESTO | Lituania deja a España en el segundo peldaño europeo

A esperar la sexta

Pues habrá que esperar a la sexta oportunidad. Como ocurrió en varias de las anteriores, España se cuelga la medalla de plata dejando para la final su versión mala. Es curioso, ni en Barcelona 73 ante Yugoslavia, ni en Francia 83 y 99 ante Italia ambas, ni ayer en Estocolmo frente a Lituania, la selección ha podido ni siquiera estar cerca de tocar el cielo. Los amantes de la sicología podrían ver algún tipo de mecanismo mental que o bien nos deja absolutamente satisfechos con la plata o nos impide rendir positivamente en el momento cumbre de un campeonato. Sea como fuera, España llegó a esta cita histórica vacía de cuerpo y alma, sin ideas y hasta peleada consigo misma. Es una pena tan deficiente colofón, aunque hay que reconocer que desde que llegaron los cruces la selección ha ido perdiendo paulatinamente sus señas de identidad y su estilo de juego. Ante Israel e Italia salvamos la papeleta porque Israel es poca cosa y Navarro estuvo mágico en la semifinal. Ayer no hubo milagros y esta vez los que mandaron en el juego lo hicieron también en el marcador. Es la lección más importante a sacar de cara a la próxima y fundamental cita en Atenas el verano próximo. Lo que hace grande a esta selección es su valentía, su descaro, su alegría, y su rapidez. España lo ha ido dejando por el camino sustituyéndolo por esfuerzo defensivo, ataques demasiado espesos, nula capacidad de contraataque y más nervios de los habituales. No está mal que a su talento natural le acompañe capacidad de sacrificio, pero lo que ha enganchado de esta generación no es su lucha, sino su arte. Y desde el partido ante Serbia y salvo los finales de Gasol en cuartos y Navarro en semifinales, todo ha sido sangre sudor y lágrimas.

Lituania ganó de cabo a rabo, sin ninguna discusión, superando a España en pujanza física, versatilidad, tiro, rebote, recursos técnicos y todo lo que se pueda imaginar. Como cabía esperar aplicaron el tercer grado a Gasol hasta descentrarle como pocas veces se le ha visto. Navarro sufrió los rigores de sus defensores y salvo un poco de Garbajosa, nuestros hombres decisivos estuvieron más solos que nunca. En un partido como este se ve lo que aún le falta a España para ser más grande y aspirar a cotas todavía no alcanzadas. Un base maduro, un par de tiradores de garantías (que sobran a Lituania) y un pívot dominador. Jugamos con Pau de cinco, pero ha sufrido en demasía su falta de kilos lo que te lleva la mente a Barcelona, donde Dueñas descansa. Pese a todo, el balance no puede ser sino positivo. Se han conseguido todos los objetivos y durante diez días en España se ha hablado de baloncesto más que en todo el año. Es un capital que no se debe desperdiciar y hay que tomar nota. Esperan nada más y nada menos que unos Juegos Olímpicos.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 15 de septiembre de 2003