El ministro de Economía argentino, Roberto Lavagna, anunció ayer su propósito de reducir el stock de deuda vencida de 94.300 millones de dólares a 23.575 millones, lo que supone un recorte del 75%. Se trata, en su mayor parte, de bonos (87.050 millones) suscritos sobre todo por argentinos, tanto dentro del país como en el exterior, e inversores italianos, japoneses y alemanes. El ministro de Economía ofreció a los acreedores diseñar "conjunta y equitativamente" la solución mediante tres tipos de bonos que se canjearán por aquellos ya vencidos.
Lavagna compareció ante acreedores y periodistas acompañado por su secretario de Finanzas, Guillermo Nielsen, y dos miembros de su equipo. El ministro, que habla correcto inglés, decidió hablar en español, dijo, porque los mayores acreedores de su país son argentinos y, porque, también, un canal de televisión transmitiría en directo sus palabras. Esto es: Lavagna quería lanzar un mensaje, sobre todo, a su país.
Negociación franca
Lavagna explicó que el Gobierno argentino pretendía entablar una negociación franca y directa con los acreedores de la deuda vencida e impagada a 31 de diciembre de 2001. Se trata de deuda elegible (bonos), que se eleva a 87.050 millones de dólares, más 6.500 millones de organismos oficiales, banca comercial y otros. Estos 94.300 millones suponen el 52,7% del total de la deuda argentina, nacional e internacional, que asciende a 178.795 millones de dólares. Los principales acreedores de la deuda vencida son argentinos residentes en el país (38%) y en el exterior, cuya participación se desconoce. Le siguen italianos, japoneses y alemanes. Los inversores italianos representan, con 13.000 millones de dólares, el 15% del total.
¿Cuál será, hablando en plata, la quita o pérdida para los inversores? ¿Un 75%? Una cosa es reducir el valor nominal de la deuda de 94.300 millones de dólares a 23.575 millones y otra es lo que perderá cada inversor. Lavagna insistió en la cifra de reducción del 75% del valor de la deuda nominal, pero advirtió que sólo la negociación podrá determinar con precisión el alcance de los sacrificios. En todo caso, dejó claro que no existirá la opción de embolsar una parte del dinero al contado -sea el 25%, por ejemplo- a cambio de renunciar al resto. La alternativa, pues, de toma el dinero y corre, no existirá. Otro tema importante es que en el objetivo de reducción del valor nominal de la deuda no se incluyen los intereses en mora que Argentina acumula tras casi dos años de suspensión de pagos, cifra que se eleva a unos 12.000 millones de dólares. Lavagna dijo que estos intereses no son reconocidos por Argentina y son, de hecho, una suerte de perdón forzoso. De modo que la quita, al final, podría llegar a ser incluso superior al 75%.
Que Argentina insista en que no pagará al contado ninguna cantidad va en línea con la conducta que acaba de mantener ante el FMI. Si no ha pagado al Fondo, organismo que le ha tenido que refinanciar 12.500 millones de dólares vencidos el 31 de agosto pasado y otros 2.430 millones impagados el 9 de septiembre, ¿cómo va a pagar, aunque sólo sea una fracción del valor nominal, a los tenedores de bonos?
Tanto Lavagna como Nielsen explicaron que en la reestructuración de la deuda que ahora arranca, se ha excluído aquella deuda emitida por organismos oficiales después del colapso financiero de finales de 2001. "Esa deuda ha sido parte de la solución de los problemas, sigue vigente y no será objeto de renegociación", explicaron. Entre préstamos garantizados nacionales, los bonos Boden, canjeados por los depositantes con ocasión de la la salida del régimen del corralito, los bonos garantizados nacionales y otros, la deuda que actualmente no está en suspensión de pagos, asciende a 84.493 millones de dólares.
¿Cuál será la actitud de los tenedores de bonos? "Lavagna ha hecho una exposición seria. Él es un hombre muy inteligente. Su mensaje está más dirigido al mercado interno argentino que a los acreedores internacionales. Mucha gente pensará que está proponiendo quitar el 75% del valor de las deudas aquí y ahora, y no es así", dijo Nicola Stock, presidente de la Asociación para la Tutela de los Inversores en Títulos Argentinos de Italia, a EL PAÍS. "Sólo después de negociar y optar por los instrumentos financieros, se podrá saber cuál será la pérdida. Muchos inversores, si el FMI vigila la situación, estarán dispuestos a mantener intacto su capital y esperar. El problema, al final, se reduce a una sola cosa: ¿pagará o no Argentina?".
Tanto el FMI como muchos inversores parecen dispuestos a creer que, como el presidente Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil, el argentino Néstor Kirchner está abriendo una nueva etapa en la historia del país latinoamericano.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 23 de septiembre de 2003