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La debilidad del dólar provoca un fuerte retroceso de las bolsas

Tokio pierde el 4,24% en una jornada en la que el Ibex 35 cae el 2,10%

El color rojo de las ventas tiñó ayer las cotizaciones de las bolsas mundiales. Las conclusiones del Grupo de los Siete el pasado fin de semana sobre la infravaloración de los monedas asiáticas provocó un debilitamiento del dólar a favor del yen y el euro. El oro volvió a zona de máximos en siete años haciendo valer su condición de refugio. Tokio encabezó las pérdidas con el 4,24%; Francfort retrocedió el 3,42% y el Ibex 35 bajó el 2,10%.

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Las monedas dirimieron ayer la evolución de la totalidad de las bolsas mundiales, sin que se conociesen otros datos de interés. Tokio fue el primer mercado que hizo una lectura de las conclusiones del Grupo de los Siete (G-7), los países más industrializados del mundo, que considera necesaria una infravaloración de las monedas asiáticas, al tiempo que advertían sobre los elevados déficit públicos. Con estos argumentos, el mercado japonés cayó el 4,24%, mientras que su moneda, el yen, se revalorizó el 3,25% de una sola atacada, en los valores máximos de los últimos dos años y medio.

El euro alcanzó el nivel de 1,15 dólares, aunque a última hora su revalorizción perdió algo de fuerza. Unos niveles que devuelven el temor a las empresas exportadoras. El Ibex 35 de la bolsa española cerró con una pérdida del 2,10% que le hacía perder esa frontera psicológica de los 7.000 puntos. Ni un solo valor de este índice logró cerrar en positivo. París cedió el 2,69%, Francfort el 3,42% y Londres el 0,68%.

Las bolsas estadounidenses abrieron con caídas aunque más moderadas. El industrial Dow Jones cerró con un retroceso del 1,13%, mientras que el tecnológico Nasdaq se dejó el 1,63% de su valor. Aunque la depreciación del dólar ayuda a que sus empresas vendan más en el exterior, sus títulos no escaparon al ambiente negativo de la renta variable.

Con el déficit creciente de esta economía, un dólar débil no ayuda a la financiación del agujero presupuestario. Estos ambientes revueltos son propicios para el oro. La onza del preciado metal llegó ayer a cotizar a 388,050 dólares en sus niveles más altos de los últimos siete años.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 23 de septiembre de 2003