La cara de Raúl anunciaba tormentas interiores cuando se sentó ayer en el banquillo del Madrid, en Das Antas. La sombra de las cejas en la base de la frente plegada, la mirada clavada en el campo mojado, la posición tensa del cuerpo, hablaban de un jugador que ansiaba quitarse el chubasquero y saltar al campo cuanto antes. El técnico, Carlos Queiroz, lo había guardado en el banco para protegerlo de la lesión de cadera que lo posterga. En su lugar puso a Solari. Delantero por interior. Zurdo por zurdo. Si Raúl, el capitán, se había quedado con cara de póker, ¿cómo estaba Solari?. A juzgar por lo que hizo y lo que dijo después muy presionado.
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"¡Me tocó reemplazar a Raúl, nada menos!", exclamó el argentino, como si esa explicación fuera suficiente para justificar su actuación en el partido de ayer. "¡Había que matarse!".
Ajetreado por los vaivenes que en el Madrid zarandean a los futbolistas que ni son zidanes ni pavones, Solari aguantó el viento en contra hasta que amainó. Ocurrió antes de partir hacia la pretemporada de Asia. Al regresar, habían desaparecido Munitis, Celades, McManaman, Tote, Makelele... Solari quedó junto a Cambiasso como único superviviente de la especie. Y Queiroz no tuvo más remedio que contar con él. Ayer Solari respondió tirando de sus compañeros cuando el Oporto les dio el primer mazazo. Marcó y sirvió un gol. Al terminar, estaba agradecido y feliz: "Esta victoria ha sido importantísima para la moral del equipo, después de lo que pasó en Valencia. En lo personal, he aprendido desde que llegué a este club [en julio de 2000]. Como volante, como medio centro, y adelante, estoy contento con la confianza que me dan en distintas posiciones".
Sobre los primeros minutos del partido, cuando el Oporto puso al Madrid en aprietos, Solari comentó: "Tenemos que aprender a meternos en los partidos desde el principio". En este sentido se pronunció Raúl Bravo, autocrítico: "Hemos empezado medio dormidos".
Queiroz discrepó de la opinión de sus jugadores: "No estoy de acuerdo en que hayamos jugado muy mal la primera media hora. Hay que tener en cuenta que no jugamos solos, y que el Oporto ha hecho lo que tenía que hacer. Ha jugado con mucha velocidad, pero nosotros respondimos con aptitud y disciplina. Siempre estuvimos muy compactos y jugamos con mucha determinación. Para todos los equipos, incluido el Madrid, nada es fácil. Por eso, tras lo de Valencia, hoy era importante no cometer los mismos errores, los errores de los que ya hablamos tras el partido en Mestalla".
La contraparte portuguesa del entrenador madridista, José Mourinho, se declaró víctima de la injusticia: "En la primera media hora fuimos mucho mejores, pero nos hicieron un gol fortuito y de forma sorprendente mi equipo mentalmente no supo superarlo. En la segunda parte no fuimos tan superiores, pero aún así jugamos mejor que ellos. Del tercer gol es mejor no hablar, porque el árbitro ha ordenado repetir la falta hasta que nos han metido el gol".
"En los primeros minutos nos presionaron mucho", recordó Salgado, que ayer sufrió varios golpes; "no acabábamos de dispararnos. Pero a partir de la primera media hora fuimos muy superiores y logramos un resultado muy contundente".
Raúl entró en los últimos minutos. Al salir de la ducha dio por zanjada su recuperación: "Este campo se nos da muy bien. Aquí hacemos muy buenos partidos. Antes del encuentro tenía molestias, pero cuando he salido (minuto 83) me he encontrado bastante bien. Estos días intensificaré el entrenamiento para jugar el próximo domingo [contra el Espanyol]".
Helguera se subió al avión dando una entrevista a la SER. "¡Joder si llueve!", comentaba el cántabro, en medio de sus explicaciones sobre su nueva demarcación. "Jugaba de central pero el míster consideró que debía jugar de medio centro, y es el que manda. He terminado muy cansado. Pero yo, donde me manden. (...) Cuando dejemos el Madrid a Solari y a mí nos va a fichar el Oporto, porque siempre le marcamos".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 2 de octubre de 2003