"Todavía no hemos encontrado arsenales de armas". Esa fue la afirmación concreta que David Kay, jefe del equipo de la Agencia Central de Inteligenia (CIA), hizo ayer ante los congresistas de la Cámara y del Senado que escuchaban el informe sobre los resultados provisionales del equipo de 1.200 personas que busca las armas de Sadam Husein desde el final de la guerra. Pero la Administración no tira aún la toalla y piensa dedicar otros 600 millones de dólares, además de los 300 ya gastados, a la tarea. La reunión con los comités de inteligencia de las dos cámaras se celebró a puerta cerrada.
MÁS INFORMACIÓN
La Agencia Central de Inteligencia facilitó anoche una síntesis del testimonio de David Kay. Inmediatamente después de confirmar que hasta el momento no hay ni rastro de las armas, el jefe del equipo que las busca aseguró que no pierde la esperanza: "No hemos llegado aún al punto en el que podamos decir de manera definitiva ni que los arsenales no existen ni que existían antes de la guerra y nuestra única tarea es saber dónde han ido a parar".
Los congresistas querían saber también si el régimen iraquí había hecho intentos de reactivar su programa nuclear. La respuesta es también bastante clara: no, los investigadores no han encontrado nada que se parezca a un programa nuclear serio excepto "un posible intento de reanudación, pero en sus niveles más rudimentarios". Por si había alguna duda, Kay explicó después, fuera de la reunión, que esos niveles "claramente no parecen ser los que corresponden a un gran programa de reactivación".
¿Qué es entonces lo que le permite mantener la moral y la investigación? Según Kay, el equipo "ha encontrado docenas de actividades relacionadas con programas de armas de destrucción masiva y cantidades significativas de equipamiento que Irak ocultó a Naciones Unidas en las inspecciones del otoño de 2002". Menos seguridad hay en cuanto a los laboratorios móviles encontrados, porque no se sabe aún para que servían.
Justificaciones
Mientras tanto, el Gobierno de EE UU no tira la toalla en la búsqueda de las esquivas armas de destrucción masiva que sirvieron como una de las principales justificaciones a la hora de desencadenar la guerra. En la petición al Congreso de nuevos fondos se reserva una partida de 600 millones de dólares para que Kay siga trabajando. La cifra pertenecía al capítulo de información reservada del detalle de gasto de los 87.000 millones de dólares solicitados por el presidente, George W. Bush, al Congreso, y la dio a conocer ayer The New York Times. Hasta el momento, la infructuosa búsqueda ha costado 300 millones, la suma necesaria para pagar a los expertos y a los soldados que los acompañan en las entrevistas que el equipo puesto en pie por la CIA está haciendo con iraquíes y en la investigación de posibles pistas.
El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, defendió ayer la continuación de la búsqueda: "Es prematura cualquier especulación. Kay nos ha dicho que su trabajo no ha terminado, su equipo tiene aún muchas entrevistas que hacer, muchas pistas que contrastar, muchos lugares a los que ir... Si encuentran algo, no tengan ninguna duda de que lo sabremos. Mientras, es prematuro concluir que ha fracasado en su tarea". Rumsfeld defendió a los servicios de información y manifestó que las previsiones "nunca son perfectas al 100%". Hay que esperar, insistió el jefe del Pentágono, "y sería irresponsable no hacerlo en medio del difícil trabajo que está desarrollando el grupo de Kay".
Por otra parte, la juez encargada del caso de Zacarías Moussaui, el único procesado en EE UU por los atentados del 11-S, prohibió a los fiscales que pidieran la pena de muerte para el acusado, como sanción ante la negativa de la fiscalía de permitir a Moussaui que interrogue durante el juicio a otros miembros de Al Qaeda, que están dispuestos a testificar que el ciudadano francés de origen marroquí -que algunos creen que era el piloto número 20 del 11-S y que fue detenido semanas antes de los atentados en Minnesota- no tuvo nada que ver con los atentados. Además, el general Ralph Eberhart, jefe del comando norte de las Fuerzas Armadas de EEUU, dijo ayer a un grupo de periodistas, según Reuters, que los pilotos de combate están psicológicamente preparados para derribar aviones civiles en caso de que vuelvan a emplearse como armas en manos de grupos terroristas. Los pilotos, según el general, practican "varias veces por semana".
Además, añadió, se ha extremado la cooperación con las autoridades responsables de la aviación civil "para minimizar el riesgo de derribar aviones civiles inocentes".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 3 de octubre de 2003