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EL CONFLICTO DE ORIENTE PRÓXIMO

Una suicida mata a 19 personas en Haifa

La Yihad se atribuye el cuarto atentado más grave de la Intifada, que se cobra la vida de 5 niños

Jerusalén
Un nuevo atentado suicida palestino, el cuarto más sangriento desde el inicio de la segunda Intifada, enterró ayer aún más el proceso de paz en Oriente Próximo. Una joven de Yihad Islámica se voló con un cinturón de explosivos en un restaurante de la ciudad de Haifa, al norte de Israel, en plena hora punta, y causó al menos 19 muertos, entre ellos cinco niños, y más de medio centenar de heridos. Las fuertes medidas de seguridad impuestas en vísperas de la celebración del Yom Kipur, la fiesta de la expiación, mañana, no pudieron impedir el atentado, que reabre en el Gobierno israelí la idea de expulsar al presidente palestino, Yasir Arafat, congelada desde hace tres semanas por las presiones internacionales.

Una abogada palestina de 29 años, militante de Yihad Islámica, se suicidó ayer al mediodía en el interior de uno de los restaurantes más populares y concurridos de Haifa, al norte de Israel, al hacer estallar un cinturón bomba que provocó la muerte de 19 personas, entre ellos cinco niños, y más de medio centenar de heridos. Hanadí Tayseer Jaradat vengaba así, según fuentes de esta organización fundamentalista, la muerte de un hermano y un primo en Yenín en un enfrentamiento con las tropas israelíes. El atentado ocasionó la reacción airada del ministro de Sanidad israelí, Danny Naveh, quien reclamó al Gobierno "aprovechar la situación para deshacerse" del presidente palestino, Yasir Arafat, tal y como había acordado el Gabinete tres semanas atrás. Las palabras del ministro provocaron la alerta de las fuerzas de seguridad palestinas, que reforzaron la seguridad en torno a la Mukata, cuartel general de Arafat en Ramala. Además, de madrugada, unos 30 pacifistas israelíes y de otras nacionalidades se acercaron a la Mukata para servir de "escudos humanos" ante una eventual respuesta del Gobierno de Ariel Sharon al atentado.

La fuerza de la explosión destrozó el restaurante, propiedad de un árabe-israelí

"Estábamos sentados en una mesa, cerca de la puerta. No vimos entrar a nadie, pero de pronto sentimos la explosión: toda la gente que estaba a nuestro alrededor había quedado herida o muerta", aseguraba ayer un superviviente del atentado, Avik Benado, capitán del equipo de fútbol Maccabi Haifa, quien se encontraba con otros compañeros y directivos del club comiendo, al igual que otros dos centenares de clientes, que abarrotaban a aquella hora el restaurante Maxim.

La fuerza de la explosión destrozó completamente el restaurante, propiedad de un árabe-israelí, situado junto a una gasolinera en una de las vías de acceso a Haifa, muy cerca de una de las playas más concurridas de la zona. La policía corto rápidamente el tránsito de la avenida Haganah y otras calles adyacentes de la ciudad en un intento desesperado por localizar a los otros miembros del comando, que presumiblemente habrían dado cobertura y apoyo a la suicida.

El atentado de este restaurante de Haifa, el cuarto más mortífero desde que hace tres años se iniciara la segunda Intifada, había sido minuciosamente calculado, según aseguró la policía ayer por la tarde al efectuar los primeros balances. Se había escogido la hora y el día preciso: pocos minutos después del mediodía del Sabath, la fiesta religiosa semanal, en un largo fin de semana que deberá culminar mañana lunes con el Yom Kipur, o Día del Gran Perdón, la fecha religiosa más importante del calendario judío.

Algunos testigos aseguraban además que la mujer responsable del ataque pudo entrar en el local impunemente aprovechando unos momentos de cierta confusión, provocada al parecer por uno de los miembros del comando que la apoyaba, quien había disparado previamente contra los servicios de seguridad que custodiaban la puerta del restaurante.

El atentado fue reivindicado por el grupo fundamentalista Yihad Islámica, una de las organizaciones radicales más violentas, defensora a ultranza de la lucha armada en la Intifada, que aseguró que actuaba en represalia por las últimas bajas provocadas por el Ejército israelí, así como por el secuestro de uno de sus máximos dirigentes en Cisjordania, el jeque Basam Saadi. Saadi, de 42 años, padre de dos mártires de la Intifada, fue aprehendido por los soldados el pasado 1 de septiembre, en el campo de refugiados de Yenín, después de que se opusiera públicamente a una tregua con los israelíes. La detención de este dirigente de Yihad Islámica provocó amenazas de los responsables de la organización en Gaza, quienes anunciaron a los israelíes una serie de represalias.

Se cree que la suicida había cruzado la línea verde, la frontera imaginaria que separa Israel de Cisjordania, por las localidades de Baka al Garbiyeh y Baka al Sharkiye, en un punto concreto en el que aún no se levanta el muro de separación, según fuentes policiales.

La activista había logrado asimismo burlar el cierre que el Ejército israelí ha impuesto sobre los territorios palestinos, con ocasión de la fiesta religiosa del Yom Kipur, que paraliza y aísla todo el país. Esta mujer se convirtió en la sexta suicida desde que comenzó la Intifada hace tres años.

"El ataque prueba el fracaso de todas las medidas de seguridad que toman los sionistas, incluidas el cierre de los territorios y el aislamiento racista de los palestinos mediante el muro de seguridad. Todas estas medidas no han logrado impedir a los milicianos alcanzar el corazón de Israel", aseguraba Abdula Al Shami, uno de los máximos líderes de Yihad Islámica, desde la franja de Gaza. Este dirigente añadió que la operación "es la reacción natural de los palestinos a los crímenes diarios perpetrados por los ocupantes israelíes".

El atentado de ayer supone el final de un periodo de calma aparente, que se inició hace tres semanas, el pasado 9 de septiembre, cuando se produjeron al mismo tiempo los dos últimos atentados suicidas. El primero tuvo lugar en una base militar cerca de la ciudad de Tel Aviv, y el segundo, apenas unas horas más tarde, en la cafetería Hilel de Jerusalén. El doble ataque dejó un saldo total de 15 muertos y varias decenas de heridos.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 5 de octubre de 2003