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Veinte cirujanos intentan separar a dos siameses unidos por la cabeza

La operación de los niños egipcios empezó ayer en un hospital tejano

Desde el mediodía de ayer, 20 cirujanos y otros 40 especialistas del Hospital Infantil de Dallas (Tejas, EE UU) tratan de separar a dos niños egipcios que nacieron unidos por la cabeza. La operación, que puede durar más de 48 horas, es la primera que se practica en el mundo desde el fallecimiento de las siamesas iraníes el pasado julio. Alrededor de medianoche, el equipo médico se mostraba confiado en el éxito de la operación.

"Todo va bien", afirmaban los médicos sobre la primera fase de la intervención, que podría prolongarse hasta el lunes y que se ha preparado durante más de un año. "Ahmed y Mohamed Ibrahim han entrado en la primera fase de su operación que les separará físicamente, aunque queda la parte más difícil, la de neurocirugía", manifestó en rueda de prensa el doctor Jim Thomas, jefe de la unidad de cuidados intensivos del Centro Médico Infantil de Dallas (Texas) cuando llevaban ocho horas de intervención, informó Efe.

Ahmed y Mohamed nacieron el 2 de junio de 2001 en un pueblo situado en medio del desierto egipcio, unos 700 kilómetros al sur de El Cairo. Están unidos por la cabeza en la parte superior de sus cerebros, pero sólo comparten una mínima parte de sus tejidos cerebrales. Después de un año de estudios médicos, los expertos en cirugía craneal determinaron que la intervención era posible. Los padres insisten en que quieren tratar de dar a sus hijos "una vida normal".

Los médicos creen que la separación de los cerebros es factible, aunque desconocen los daños neurológicos que puede dejar la operación. La mayor complicación no está, sin embargo, en la separación de los cerebros, sino en la disociación y reconstrucción de los vasos sanguíneos. El principal problema es que el flujo venoso del hemisferio izquierdo de cada siamés desemboca en la vena yugular del otro hermano. Los cirujanos deben separar meticulosamente esa red venosa y después reconectarla.

Desde su nacimiento hasta el momento de iniciar el procedimiento de anestesia, los niños han disfrutado de una salud perfecta. Son vivaces, juguetones e inteligentes. En las últimas semanas, habían aprendido varias palabras.

En los últimos tres años ha habido al menos cinco operaciones similares para separar niños o adultos siameses unidos por la cabeza. Tres culminaron con éxito; en otro caso murió uno de los hermanos y en el más reciente, el de las siamesas iraníes intervenidas en Singapur, las 52 horas de operación desencadenaron una pérdida masiva de sangre que finalmente provocó el fallecimiento de Laleh y Ladan, de 29 años.

El precedente médico más reciente en Estados Unidos permitió hace un año la separación de dos niñas guatemaltecas siamesas en un hospital de Los Ángeles. Las pequeñas han sufrido algunas complicaciones desde entonces, pero su vida ya no corre peligro.

Los médicos que trabajan ahora en la separación de los siameses egipcios llevan más de un año estudiando los detalles de esas cinco intervenciones. Disponen también de un quirófano diseñado específicamente para esta intervención, con una mesa de operaciones circular y rotatoria que se separa en dos cuando los niños pierdan el último contacto entre sus cerebros.

Todo el personal médico que participa en la intervención lo hace de manera altruista, porque en caso contrario el precio de la operación sería incalculable. El traslado desde Egipto a Dallas hace un año y la financiación de la estancia de los niños y sus padres lo sufraga la Fundación Craneofacial Internacional, un grupo filantrópico que ayuda a los niños que nacen con deformidades en la cabeza.

Los padres de los niños, que tratan de evitar el contacto con los medios de comunicación, dijeron a los médicos que se sentían obligados a intentarlo: "Si dejamos así a los niños, nunca serán normales", aseguró el padre hace unos meses.

Aunque los análisis de los neurocirujanos establecen que es inevitable provocar algún daño cerebral a uno o a los dos niños, el equipo médico determinó que la separación era posible. "Nadie se mete en esto a la ligera. Creemos que lo correcto es intentar separar a los niños", dijo el doctor Dale Swift, neurocirujano pediatra, antes de entrar a la sala de operaciones.

Los médicos consideran que el crecimiento de los niños en su condición actual puede acarrear mayores daños cerebrales que los que pueda provocar la intervención. Además, su unión craneal, que es casi en línea recta, hace imposible que puedan andar. "Los cirujanos están convencidos de que las posibilidades de una separación con éxito ofrece mayores beneficios que la segura pérdida progresiva de funciones que sufrirán los niños si siguen unidos", aseguró Jim Thomas, jefe de cuidados intensivos en el centro médico de Dallas.

Un mal precedente

La operación de Dallas llega tres meses después de un trágico precedente. Las siamesas iraníes Ladan y Laleh Bijani, de 29 años, murieron el pasado 8 de julio de una hemorragia cerebral masiva poco después de que los cirujanos del hospital Raffles, de Singapur, lograran separar sus encéfalos tras una operación de 52 horas. En aquella ocasión, el equipo estaba integrado por 29 cirujanos y 100 asistentes, y participaron especialistas de Singapur, EE UU, Francia, Suiza, Japón y Nepal.

Las hermanas iraníes estaban aún bajo los efectos de la anestesia cuando murieron, con una diferencia de 90 minutos. Los altísimos riesgos habían determinado que un equipo de cirujanos alemanes se negara a llevar a cabo la operación en 1996.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 12 de octubre de 2003

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