La crisis política que Rusia vive a consecuencia de la pugna entre el presidente, Vladímir Putin, y el magnate petrolero Mijaíl Jodorkovski se agudizó ayer con el anuncio oficial de la destitución del jefe de la administración presidencial, Alexandr Voloshin. La Fiscalía rusa dio ayer un paso más en su agresiva campaña contra Yukos e incautó gran parte de las acciones de la primera petrolera de Rusia. De este modo, la maquinaria del Estado siguió ayer estrechando el cerco en torno al imperio económico creado por Mijaíl Jodorkovski, que creía estar en situación de establecer nuevas reglas de juego transparentes para acabar con las complicidades políticas y económicas de Rusia.
El servicio de prensa del Kremlin confirmó anoche que el presidente había firmado un decreto por el que se destituía a Voloshin, un ultraliberal considerado como uno de los supervivientes del grupo vinculado a Borís Yeltsin. El funcionario fue sustituido por el primer vicejefe de la administración, Dimitri Medvédev, quien como Putin, es de San Petersburgo, jurista y trabajó con el presidente en la alcaldía de la segunda ciudad de Rusia.
Voloshin, un personaje con experiencia en las intrigas entre bastidores, había presentado su dimisión como señal de protesta por el encarcelamiento de Jodorkovski el sábado en el aeropuerto siberiano de Novosibirsk, según escribía la prensa rusa. La destitución se produce cuando queda poco más de un mes para las elecciones parlamentarias del 7 de diciembre.
La marcha de Voloshin, de 47 años, supone la esperada señal de que los círculos liberales que dominaron el Kremlin en la época de Borís Yeltsin pierden terreno ante Putin y el grupo de allegados procedentes de los servicios de Seguridad. Estos círculos, que han penetrado toda la Administración, pueden encontrar apoyo en una población empobrecida que rechaza las enormes desigualdades sociales surgidas de las privatizaciones.
Al margen de la retórica populista, los analistas políticos de los sectores liberales creen que el dilema en juego hoy en Rusia no es "privatización contra renacionalización", sino un nuevo reparto de la propiedad privatizada que favorezca también a los altos cargos que llegaron al Kremlin de la mano de Putin. El presidente, sin embargo, parece estar muy apegado a la idea de que las riquezas naturales y el subsuelo deben estar claramente controlados por el Estado, según aseguran medios próximos al Kremlin. Jodorkovski, con su actividad económica cada vez más independiente del Kremlin, ponía en cuestión este postulado.
Turbulencias en la Bolsa
Las acciones incautadas a Yukos pertenecían jurídicamente a dos compañías ubicadas en paraísos fiscales. La medida causó nuevas turbulencias en la Bolsa de Moscú. Las acciones de Yukos se desplomaron y también las de la petrolera Sibneft, en proceso de fusión con la primera. Mientras tanto, Putin se reunió en el Kremlin con representantes de empresas rusas y extranjeras, a los que informó sobre la adaptación que, a su juicio, está experimentando la legislación rusa para hacer más atractivas las inversiones. El presidente no rehuyó las preguntas sobre Yukos, aunque mostraba cierta tensión al contestarlas, según un asistente a la reunión. Putin dijo que la fiscalía tendría que probar los cargos formulados contra Jodorkovski. "Por supuesto no consideramos acabado el trabajo realizado para crear condiciones a la actividad inversora. Entendemos que este proceso no es sencillo y continuaremos trabajando en esa dirección", declaró ayer Putin a sus interlocutores, según las imágenes mostradas en la televisión.
En respuesta a preguntas de los reunidos, el presidente manifestó que Yukos es un "caso difícil" y reiteró que hay que obligar a todos a cumplir la ley. El líder ruso aseguró que las privatizaciones no se revisarían y no excluyó una amnistía para delitos económicos en el futuro.
No obstante, entre las palabras de Putin y los vaivenes de la Bolsa parecía mediar un abismo. Al conocerse la decisión de la fiscalía de incautar las acciones de la petrolera Yukos, el índice de la Bolsa rusa RTS cayó en un 8,14 %, y se situó a nivel de mediados de agosto pasado. Desde el último viernes hasta ayer, el índice ha caído de 594,9 puntos a 496,66 puntos. Las operaciones con las acciones de Yukos y Sibneft fueron interrumpidas casi una hora antes del cierre de los mercados.
Un país que depende del petróleo
La economía rusa ha evolucionado de forma muy positiva este año, gracias sobre todo a los altos precios del crudo, que, junto con las materias primas, constituyen la principal fuente de ingresos del país. Del petróleo y del gas procede cerca del 30% de los ingresos del presupuesto estatal ruso, que este año acabará con un superávit superior al del año pasado.
La campaña contra Yukos, cuyo origen es aparentemente político, puede afectar esta buena coyuntura en una medida que aún está por ver. Yukos, donde trabajan 110.000 personas, es la primera empresa petrolera rusa. Para este año, la compañía, que refina el 16% del petróleo del país, planeaba obtener 83 millones de toneladas de crudo y a principios de octubre el valor de sus activos se calculaba en 33.000 millones de dólares. Yukos tendrá unas reservas de petróleo de 19.400 millones de barriles o 2.650 millones de toneladas cuando acabe el proceso de fusión con la empresa Sibneft. Si la fusión sigue adelante y no es bloqueada por las acciones de la fiscalía, la empresa resultante será la cuarta petrolera privada del mundo.
En lo que a indicadores macroeconómicos se refiere, la situación económica en Rusia a lo largo de este año ha sido tan brillante que incluso se había parado la fuga de capitales. En el segundo trimestre, por primera vez el capital entrante en el país sobrepasó al saliente en 3.700 millones de dólares. Sin embargo,tras el comienzo de la persecución contra Yukos, la tendencia volvió a ser negativa y en el tercer trimestre salieron del país 7.700 millones de dólares más de los que entraron.
El crecimiento económico este año es tan alto (6,5% durante los primeros nueve meses) que ha habido que revisar las previsiones al alza para situarlas en un 6,%, en lugar del 5,9% previsto . En 2002, el crecimiento fue del 4,3%.
La producción de petróleo de Rusia ha aumentado un 11,3% en los primeros nueve meses del año y supone una media de cerca de 8,3 millones de barriles al día. Esto ha llevado las reservas de oro del Banco Central a niveles récord. Rusia paga puntualmente su deuda exterior, de la que vencen este año más de 17.000 millones de dólares, y el jefe del Gobierno, Mijaíl Kasianov, ha dicho que no necesita de nuevos créditos internacionales. Incluso las inversiones extranjeras aumentan y en el primer semestre del año han sido de 12.700 millones de dólares, lo que supone un 50% más que en el mismo periodo del año anterior. Y si el presupuesto de 2002 acabó con un superávit de 150.000 millones de rublos (5.000 millones de dólares), el superávit de este año se calcula en más de 184.000 millones de rublos. La inflación de los primeros nueve meses se eleva al 8,6%.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 31 de octubre de 2003