De una forma trepidante. Así comenzó ayer el partido en La Romareda, aunque acabara en unas tablas de compromiso que no resuelven las carencias de dos equipos necesitados de puntos como el Zaragoza y el Celta.
ZARAGOZA 1 - CELTA 1
Zaragoza: Láinez; Rebosio, Alvaro, Milito, David Pirri; Ponzio, Soriano; Cani, Corona (Drulic, m. 82), Savio (Iñaki, m. 74); y Villa.
Celta: Cavallero; Méndez, Cáceres, Sergio, Silvinho; Vagner, José Ignacio; Ángel (Gustavo López, m. 58), Mostovoi (Jandro, m. 90), Jesuli (Giovanella, m. 87); y Milosevic.
Goles: 0-1. M. 4. José Ignacio.
1-1. M. 7. Ponzio.
Arbitro: Carmona Méndez. Amonestó a Milito, Ponzio, David Pirri, Vagner, Cáceres, José Ignacio y Méndez.
Unos 27.000 espectadores en el estadio de La Romareda.
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El conjunto gallego llegó a la capital maña tras una buena actuación en la Liga de Campeones, pero en el torneo español, ambos equipos se encuentran en plazas comprometidas de la clasificación. Quizás por esa presión, en menos de cuatro minutos se cumplió una de las leyes más conocidas del fútbol: que un jugador que haya militado en tu equipo te meta un gol. Y en esta ocasión fue el ahora céltico José Ignacio, que acalló con un remate de cabeza los silbidos que el público le había propinado cuando salió al terreno de juego.
Cinco minutos se llevaban y el Zaragoza, lejos de amedrentarse por un gol tan tempranero, se fue arriba. Tampoco le quedaba otro remedio. El Celta había salido como un huracán al campo y, además de la ocasión de gol, Jesuli lo intentó desde fuera del área, pero su tiro se fue fuera por poco. El Zaragoza supo reaccionar ante aquellas embestidas y, por medio de Leo Ponzio, igualó el partido. El argentino aprovechó un rechace en el borde del área, que entró casi sin permiso en la portería de Cavallero.
Y La Romareda, más que un estadio de fútbol, pareció convertirse en una pista de tenis, pues las ocasiones se sucedieron de portería en portería sin solución de continuidad.
Así pues, a los 10 minutos de juego volvía a comenzar el encuentro. Las ocasiones más claras del conjunto aragonés llegaron por parte de Villa, que quería marcar como fuera, de tiro raso, desde fuera del área, o como en aquella ocasión en que cazó un pase de Savio. Pero también probaron suerte Álvaro, Corona o Savio; como lo hicieron Mostovoi, Jesuli y Sergio en el otro bando.
Ya en la segunda parte, tanto Cavallero como Laínez tuvieron su gran momento, esos que realmente provocan el ¡uuuy! de las gradas. Savio, aunque midió bien una falta cercana al área, no logró marcar. Y Jesuli, tras un buen pase de Milosevic, se encontró con un Laínez inspirado.
Sorprendía que en el marcador tan sólo se viera el uno a uno. Fue la noche de las oportunidades perdidas. Soriano falló sólo ante Cavallero y Jesuli tampoco acertó ante Lainez. El céltico confirmó su mala suerte cuando, un minuto después, pegó en el larguero otro de sus tiros.
Tras la ocasión gallega tocaba el turno a la aragonesa. Y esta vez fue Villa el que lanzó fuera. Con un equipo gallego en el campo parecía cosa de meigas que el balón no entrara en ninguna de las porterías para la desesperación de los dos equipos. Y como no podía ser de otra forma, el encuentro acabó con un lanzamiento de Iñaki. Que se marchó fuera, como tantos otros.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 9 de noviembre de 2003