Álvaro Cunqueiro (1911-1981), poeta, novelista, autor teatral, ensayista, traductor y periodista gallego fue, también, un hombre que disfrutó de los placeres de la vida, desde la imaginación a la gastronomía, los viajes, la amistad y la sabiduría de las gentes de su tierra. Tras una inicial vinculación al partido galeguista, a partir de 1937 se centra en el periodismo, primero como redactor de La Voz de España, de San Sebastián, y Abc, de Madrid, y posteriormente de Faro de Vigo, diario que llegará a dirigir entre 1965 y 1970. Escribe indistintamente en gallego y en castellano, lenguas que domina con maestría, y muestra su fascinación por lo que se ha denominado "el realismo mágico", que en su caso es una indudable atracción por la leyendas y relatos orales de la cultura celta. Merlín y familia, la novela que mañana podrá adquirir por 1 euro quien compre EL PAÍS del domingo, publicada originalmente en gallego en 1955, es una de sus mejores obras narrativas y en ella exhibe su deslumbrante estilo, su capacidad para tratar los grandes mitos desde una perspectiva cotidiana porque, como él mismo explicó a propósito de Merlín, "puedo decir que lo he oído hablar y obrar, pues profecías suyas y prodigios están vivos en la memoria y la imaginación de las gentes de mi país".
El jardinero de la lengua
Álvaro Cunqueiro fue amigo del sosiego rural y de la buena mesa, lo que quedó atestiguado en obras como Ollar Galicia, publicada en 1982 tras la muerte del autor, o La cocina cristiana de occidente y La cocina gallega, libros aparecidos a comienzos de los años setenta.
Antes, en 1955, ya había situado al legendario Merlín en su retiro de Miranda, lugar vagamente cercano a Lugo, donde encontramos al personaje tomándose "unas once de huevos revueltos y vino clarete".
Respecto a la relación entre su tierra de origen y su obra literaria, Cunqueiro explicó en 1979: "Yo soy un gallego que utiliza Galicia como un telón de fondo. Y esto ocurre de modo permanente. No quiero salir de esta geografía. Es un paisaje físico y humano que he utilizado para todo: incluso cuando escribí Las mocedades de Ulises, que aparentemente se desarrollaba en Grecia, era Galicia la que estaba en el trasfondo".
El lenguaje fue otra de las grandes pasiones del escritor, quien aplicaba a sus libros "si se me permite decirlo, un cuidado de jardinero en el uso del lenguaje".
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 15 de noviembre de 2003