Siete meses después de concluidas las principales operaciones militares de la guerra en Irak, y en una posguerra en la que el problema de la seguridad militar y civil está muy lejos de resolverse, Naciones Unidas intenta retomar la iniciativa. Su secretario general, Kofi Annan, presidió ayer la primera reunión de un grupo de contacto formado por 17 países, entre los que se encuentra España. Se trata de una fórmula parecida a la utilizada en Afganistán, a través de la que se intentará elaborar una estrategia global de intervención en el complicado escenario.
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Annan, que se entrevistó ayer con la ministra española de Exteriores, Ana Palacio, confía en encontrar respaldos en el grupo que le ayuden a diluir las presiones de EE UU, que lleva dos semanas pidiendo el regreso de la ONU a Bagdad sin ofrecer un mandato claro. El Grupo de Contacto está integrado por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad (Estados Unidos, Reino Unido, Rusia, China y Francia), cinco miembros no permanentes (Angola, Chile, Alemania, Pakistán y España), los seis países que tienen frontera con Irak (Siria, Irán, Arabia Saudí, Kuwait, Jordania y Turquía) y Egipto, por su papel preponderante en la región. Dentro del escepticismo que habitualmente acompaña a las iniciativas que parten de la formación de grupos de países amigos, es relativamente esperanzadora la presencia de los seis vecinos de Irak, que hasta ahora no habían tenido un vehículo específico en la ONU para manifestar sus opiniones sobre la situación, igual que la de Egipto, uno de los líderes del mundo árabe.
España no estaba incluida en un principio en la lista de países del grupo, según varias fuentes diplomáticas en Nueva York. Aparentemente, Kofi Annan prefirió seleccionar a Alemania como país europeo no permanente por encontrarse más cerca de su posición en el conflicto iraquí. Según confirmaron las mismas fuentes, Madrid protestó enérgicamente. La ministra Ana Palacio se puso en contacto con Annan para comunicarle su descontento y, muy airada, llegó incluso a llamar al jefe de la diplomacia estadounidense, Colin Powell, para que a su vez presionara al secretario general de la ONU. El portavoz de la ministra, Juan María Alcina, no quiso confirmar esta versión y aseguró que si España no salió en la lista original fue por un error burocrático.
Órgano sin poder decisorio
Los embajadores de los 17 países ante la ONU llegaron ayer al primer encuentro sin tener una clara idea del contenido de las discusiones. EE UU acudió a regañadientes. "Este órgano no tiene poder decisorio", recordó un diplomático estadounidense. Washington, que estos días ha renunciado a presentar una resolución que respalde el nuevo calendario político iraquí, no tiene demasiado interés en pertenecer a un grupo que diluya aún más su capacidad de disuasión.
Pero, de hecho, éste es uno de los objetivos -quizá el principal- de la iniciativa. Kofi Annan, que en las dos últimas semanas se ha visto muy presionado por EE UU para regresar a Irak, espera escudarse en el grupo para resistir la presión de Washington y conseguir lo que lleva pidiendo desde hace meses: un mandato más claro y el respaldo de la comunidad internacional. "Annan dispone así de un espacio político para maniobrar con más fuerza", indicó una fuente de la ONU. El secretario general anunció ayer que en los próximos días presentará un informe en el que definirá el papel de Naciones Unidas en Irak.
Los 17 países ayudarán a "perfilar el papel de Naciones Unidas en Irak en el día a día" y dar una perspectiva regional del conflicto "desde el exterior", dijo la ministra Palacio tras su entrevista con Annan. Aseguró que el secretario general nombrará a su nuevo enviado especial en Bagdad, una persona de "alto perfil político y ejecutivo", antes de finales de año.
Sobre el asesinato de los siete agentes españoles del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), Palacio aseguró que su muerte no había sido en vano porque estaban "realizando un trabajo importante para la seguridad de todos nosotros y de las tropas españolas". La ministra insistió en que el compromiso de España en la reconstrucción de Irak era "firme".
Desde Nueva York, la ministra de Exteriores voló a Washington para entrevistarse y cenar con la Consejera de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice. Ana Palacio pensaba reiterar a Rice la voluntad española de mantener las tropas en Irak. La asesora de Seguridad recibió hace dos meses del presidente George W. Bush el encargo de coordinar la política iraquí, en vista de la ausencia de planeamiento de la posguerra y la falta de sintonía entre el Pentágono y el Departamento de Estado.
Además, la ministra, que no tenía previsto volver a ver a los periodistas debido a un programa en el que sí hubo espacio para la televisión estadounidense, acudió al Pentágono para repasar otros asuntos relacionados con la mejora de la seguridad de las fuerzas no estadounidenses de la coalición, que se han convertido en las últimas semanas en objetivo preferente de los ataques.
Las últimas semanas han registrado un preocupante cambio en la táctica de los grupos armados que actúan en Irak. Según el general Ricardo Sánchez, responsable militar de las fuerzas de la Coalición, los ataques directos contra los soldados norteamericanos han descendido en una tercera parte, al tiempo que se han multiplicado las agresiones, emboscadas y atentados contra soldados o militares de otros países, como Italia y España, y contra personal civil internacional que trabaja en el país.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 2 de diciembre de 2003