Selecciona Edición
Selecciona Edición
Tamaño letra
Reportaje:TERREMOTO EN IRÁN

"¡Despierta, despierta!"

Los supervivientes del terremoto buscan a sus muertos y esperan a la intemperie la llegada de abrigo y comida

Aún se escuchaban ayer en las calles de Bam, ciudad al sureste de Irán devastada por el seísmo, los lamentos de quienes continúan atrapados bajo los escombros y de los supervivientes. Se ven decenas de niños deambulando solos por la ciudadela. Han perdido a sus familiares y presenciado escenas terribles. Esperan a la intemperie, ateridos de frío, la llegada de las primeras ayudas.

"Mis padres, mi abuela y dos hermanos están enterrados bajo los escombros"

Los que han sobrevivido a la tragedia se cubren con mantas, encienden hogueras para combatir las temperaturas bajo cero de la noche y prenden hojas de palma para iluminar las calles. Sin luz eléctrica a causa del temblor, todo queda a oscuras tras la puesta del sol reforzando la visión de una ciudad muerta. Otros excavan con las manos entre los escombros en busca de vida. La mayoría tiene miedo a que se repita el terremoto, pues algunas de las réplicas son muy fuertes.

"He perdido a todos; mis padres, mi abuela y dos hermanas están bajo los escombros", aseguraba Maryam, de 17 años, a la agencia Reuters. "Nadie ha venido a ayudarnos. Lo único que tenemos es una tienda de campaña. Tengo miedo de morir esta noche. Hace mucho frío", relataba ayer a la cadena británica BBC Tahmas Yousefabadi, un taxista iraní de 25 años que ha perdido a 17 miembros de su familia y que espera al raso la llegada de cobijo y algo de abrigo.

"Me quedé en estado de choque. Lloré. No era capaz de hablar. Gente enterrada, padres enterrados debajo de las casas y sus hijos gritando en busca de ayuda", cuenta otro superviviente. "He estado bajo los escombros con uno de mis amigos durante tres horas. Él me dio esperanzas para permanecer vivo, y murió justo antes de que nos rescataran. Hay gente ahí que todavía están esperando a que les saquen. Por favor, ayúdenlos", pedía ayer desde Teherán Neville Mistry a la BBC.

La historia de otro Mohamed, un comerciante, se repite como una letanía por toda la ciudad vieja, de construcciones a veces centenarias. Mohamed se disponía a rezar el viernes por la mañana cuando sintió que la tierra se abría bajo sus pies. Ha perdido a diez miembros de su familia. "Mira, hermano, mis nueve hijos y mi mujer están ahí, bajo la tierra y no puedo hacer nada", se lamenta entre sollozos este hombre, de 63 años, mientras muestra lo que queda de su casa de ladrillo: un amasijo de arena y restos de ladrillo, según la agencia France Presse.

Situada en una callejuela de la ciudad vieja de Bam, la casa, de 40 metros cuadrados, hasta ayer de dos pisos de altura, se desplomó como consecuencia del terremoto. En el jardín, dos palmeras permanecen todavía en pie. A diferencia del resto de las casas de la ciudadela, construidas de adobe, la de Mohamed estaba construida de ladrillo cocido. Lo que no impidió que cayera.

"Había ido al baño y me disponía a rezar. De golpe, escuché un enorme ruido y toda la casa tembló. Fue horrible", contó el hombre, que pasó la primera noche encima de una alfombra, tendida en la calle, frente a los escombros de sus casa. "Mis hijos y mi mujer dormían todavía. De repente, el techo se desplomó y las paredes cayeron sobre nuestras cabezas", dijo Mohamed. "Después no me acuerdo de nada. Durante unas horas estuve paralizado, sin poderme mover", añadió. "Dios hizo que mis hijas y mis hijos vivieran. Soñaba con casarles, con verles felices. No puedo creer que estén muertos", se lamentó Mohamed, con la voz entrecortada, entre sollozos. "La noche pasada ha sido la más difícil de mi vida. Mis hijos están ahí y yo no puedo hacer nada. Me han dado un trozo de pan, algunos dátiles. Me tienen que durar hasta la noche. No tenemos ni agua, ni comida ni ropa", se quejó ayer por la tarde este superviviente. Mohamed regentaba un ultramarinos, con la ayuda de dos de sus hijos, situado a pocos metros de su vivienda. El comercio también son escombros.

Bam parecía ayer una ciudad sobre la que había caído una bomba. Así lo describió un periodista turco al llegar a la zona más afectada por el terremoto. Casi todo ha sido destruido, sólo quedan personas que buscan entre los escombros y otras que no saben adónde ir.

Los muertos viajaban apilados en los asientos traseros de los coches y en los camiones. Los heridos yacían sobre el pavimento. "Tienen que venir y llevarse a los heridos. Los tenemos en nuestras manos. ¿Qué vamos a hacer con ellos?", se preguntaba otro habitante de Bam. "Si esto fuera Occidente ya habría llegado la ayuda, se quejaba el tendero Ruholla Bahrami.

En los centros sanitarios se agolpan los heridos. "Acudí temprano esta mañana al hospital de Kerman a ayudar. Vi a tres personas muriéndose, incluido un niño pequeño. Algunos heridos fallecían en el camino al hospital. He visto a una niña de 17 años partida por la mitad, se moría, pero no había ningún doctor para ayudarla. Yo sólo pude parar la hemorragia del pie, pero le faltaba sangre. La vi morir sin poder hacer nada por ella", cuenta a la BBC Mahzad Shahriari, desde Kerman, la capital de la provincia.

"Quedé atrapado bajo los escombros durante cinco horas. Tengo la espalda rota. He perdido a nueve miembros de mi familia", relató un paciente desde un hospital a la cadena de televisión de noticias iraní. "Mi madre y mi padre han muerto y ahora yo estoy solo, vi sus cuerpos... Tenía una hermana, pero ha muerto también", dijo un niño que estaba hospitalizado.

Los accesos a Bam estaban ayer colapsados. Cientos de personas entran y salen de la ciudad en busca de sus familiares. Otros tantos iraníes acudieron ayer a Bam para ayudar en los trabajos de rescate, según Reuters.

La primera noche después de la catástrofe ha sido una pesadilla para las personas que colaboran en el rescate, que han tratado desesperadamente de encontrar supervivientes en una casi completa oscuridad. "Nunca he visto una cosa semejante. Es un espectáculo de desolación, está afectada toda una gran región", aseguró ayer a la agencia France Presse Heiner Gloor, un miembro del equipo suizo de rescate que ha acudido a Bam.

Los cementerios estaban ayer atestados de cuerpos, que empezaban a invadir las calles de la ciudad de Bam. Fateme, de 35 años, enterró ayer a sus dos hijos. "En esta tumba me estoy enterrando a mí misma", dijo. Taher, de 50 años, que inconsolable, trataba de revivir a un hijo adolescente "¡Despierta, despierta!", le ordenaba entre sollozos.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 28 de diciembre de 2003