Los tres misioneros secuestrados en el Estado brasileño de Roraima a instigación de hacendados que buscan impedir la creación de una gran reserva indígena fueron liberados ayer: uno de ellos es el religioso logroñés Juan Carlos Martínez, de 39 años. Forma parte de la Congregación de los Misioneros de la Consolata al igual que los otros dos capturados (un colombiano y un brasileño). Fueron secuestrados en su misión en la madrugada del día 6. La Iglesia católica apoya la creación de la reserva, de 1,75 millones de hectáreas.
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Los tres misioneros -el español Juan Carlos Martínez, el brasileño Ronaldo França y el colombiano César Avellaneda- fueron entregados ayer a la policía en Boa Vista, capital del Estado, según Rádio Roraima. Estaban retenidos desde la madrugada del pasado martes a 300 kilómetros de Boa Vista, custodiados por colonos instigados a la rebelión por poderosos terratenientes. "Los tres llegaron a Boa Vista en helicóptero pedido por sus captores a las autoridades locales", informó la emisora.
Cuando fueron secuestrados, los tres se hallaban solos en la misión de Surumu, a unos 200 kilómetros al noroeste de Boa Vista, cercana a la frontera con Venezuela. Martínez dirigía el Centro de Formación Indígena de Surumu, situado junto a una maloca (aldea) llamada Maloca do Contâo y habitada por indígenas. Según el padre Edson Damián, de la diócesis de Roraima, las instalaciones fueron destruidas por los asaltantes, que "llegaron borrachos y rompieron ordenadores, utensilios escolares, y retuvieron a los misioneros".
Desde que los religiosos fueron secuestrados, la policía y la Iglesia mantuvieron contactos con quienes les retenían.
Según un comunicado de las Obras Misionales Pontificias de España (Domund), los tres misioneros fueron capturados por un grupo de " indios y arroceros que se oponen a la creación de un territorio delimitado para los indígenas, fruto del acuerdo entre los misioneros y FUNAI
[la agencia de asuntos indígenas del Gobierno brasileño]". Una fuente próxima a la congregación de La Consolata, asegura que algunos hacendados, sobre todo arroceros instalados en tierras de la futura reserva de Raposa Serra do Sol, "han manipulado a algunos indios para oponerse a ella". "Eso está más claro que el agua. También hay políticos, como el vicegobernador del Estado, que están en contra de la reserva", añadió.
Desde el lunes, centenares de hacendados blancos y de indios con pinturas de guerra y armados con arcos y flechas, bloquean las carreteras que unen Roraima con Venezuela y Guyana, para protestar contra la reserva, de 17.500 kilómetros cuadrados (como Navarra y el País Vasco), en un Estado de 225.000 kilómetros cuadrados (España tiene 505.000). En la capital empieza a haber escasez.
"Ya no vivimos en la edad de piedra y estamos por la integración. Si se crea la reserva nos quedaremos aislados y no podremos trabajar", explicó Jonas Marculino, portavoz de los 200 indios macuxi, que desde el martes ocupan la sede de FUNAI en Boa Vista. "El problema indígena sólo es una parte del problema de la tierra", añadió. Aseguró que no se oponen a la reserva, sino que piden que queden fuera de ella las 300.000 hectáreas que explotan los agricultores. La situación en la capital de Roraima se agravó el miércoles, cuando los comerciantes cerraron sus tiendas en solidaridad con los terratenientes que se oponen a la reserva que debía implantarse oficialmente a finales de este mes.
También se ha registrado un intento de ocupación de la catedral de Boa Vista por el grupo de indios a las órdenes de los agricultores, pero fueron detenidos por la policia.
El Gobierno, firme
El Gobierno brasileño que preside Luiz Inácio da Silva, Lula, no va a ceder ante los hacendados y mantendrá la reserva para unos 6.000 indios macuxí, wapixama, ingariko, taurepang y patamosa que desde hace años reivindican ese territorio que han visto como se ha ido recortando. El ministro de Justicia, Thomas Bastos, se reunirá próximamente con el gobernador de Roraima, Flamarion Portela, que apoya a los manifestantes: losagricultores serán indemnizados, pero deberan dejar la reserva.
La Comisión Episcopal de Acción Misionera de Brasil analiza así la rebelión: "Estos hechos esconden intereses de grupos económicos y políticos que quieren mantenerse en el poder, oprimido y esclavizando al pueblo de Roraima. Usan como cabeza de turco a agricultores y a algunos indios, manipulados con promesas políticas".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 9 de enero de 2004