El Camp Nou suspiró anoche con alivio. El Barça recibió un enorme balón de oxígeno a costa del Zaragoza, que evidenció una fragilidad y una puntería aún peor que la de los azulgrana. El partido se jugaba al límite y los goles cayeron con la precisión de un reloj para espantar las amenazas del equipo de Flores, que lo intentó todo, pero en cuanto se acercó al gol recibió lo peor. El partido salió que ni pintado para el Barça, que marcó pronto con un gol de Saviola, ató el encuentro con otro de penalti de Ronaldinho antes del descanso y lo ratificó con un tercero de Xavi. La victoria llegó en el momento justo para ahogar cualquier protesta. Fue como un regalo, porque se dice pronto: es la tercera victoria del Barça de 10 partidos en casa en lo que va de curso y le servirá para subir en la tabla varios peldaños.
BARCELONA 3 - ZARAGOZA 0
Barcelona: Víctor Valdés; Reiziger, Puyol, Márquez, Van Bronckhorst; Xavi, Cocu, Iniesta (Gerard, m. 67); Luis García (Quaresma, m. 83), Saviola (Sergio García, m. 62) y Ronaldinho.
Zaragoza: Laínez; Cuartero, Álvaro, Milito, Pirri; Galletti, Ponzio (Drulic, m. 64), Generelo, Cani (Iñaki, m.79); Soriano (Corona, m. 46); y Villa.
Goles: 1-0. M. 23. Saviola cabecea un centro de Iniesta desde la izquierda.
2-0. M. 46. Ronaldinho transforma un penalti de Cuartero a Luis García.
3-0. M. 65. Xavi remata a puerta vacía tras un centro por la derecha de Iniesta.
Árbitro: González Vázquez. Amonestó a Álvaro, Ponzio, Drulic y David Pirri.
Camp Nou. Unos 55.800 espectadores.
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Nunca se había visto tan claro. El Barça ha ligado su suerte este año a las vibraciones de Ronaldinho, y el brasileño, que soportó al equipo en el arranque del año, dio síntomas inequívocos de volver a estar enchufado. No tuvo suerte en eso el Zaragoza. El brasileño fue otra vez el mismo que encandiló con su juego antes de su lesión muscular y ayer ofreció de nuevo lo mejor de su repertorio con su velocidad, regates (uno de ellos de otro mundo) y cambios de ritmo. Fue la mejor noticia que podía recibir el Barça. Su juego contagió a sus compañeros y tuvo mucho que ver en la victoria final, aderezada por Iniesta, que participó en dos de los goles de los azulgrana. Rijkaard no tuvo mucha vista y le cambió por Gerard a 20 minutos del final. Pero el equipo está tan débil que fue mejor no abrir heridas. La grada brindó al joven jugador una ovación inequívoca.
Cuestionado por el entorno y reclamando ya abiertamente fichajes a la directiva (quiere a un delantero, aunque llegará Davids, un centrocampista), Rikjaard dio anoche un paso al frente para encarar una noche que se preveía llena de trampas y que acabó resultando una de las más cómodas del año. El holandés quiso evitar la taquicardia apostando por Víctor Valdés, su portero preferido, y descartando a Rüstü, uno de los primeros fichajes de la directiva. Delante, Ronaldinho perdió la libertad de movimientos para ocupar la banda derecha, Luis García se encargó de la izquierda y Saviola se quedó delante. El campo se abrió más que nunca por las bandas y Xavi e Iniesta fueron superando poco a poco los férreos marcajes de Soriano y Generelo. El balón corrió rápido por las bandas y el equipo no sufrió esta vez ningún ataque de nervios. Tuvo más ganas, estuvo metido desde principio a fin y tuvo paciencia hasta que llegó el gol.
Todo ocurrió en apenas 20 minutos cuando Ronaldinho sacó un córner para Iniesta que, a su vez, colgó el balón para que Saviola cabeceara a la red ante Cuartero, que le saca dos palmos. El pibito llevaba 10 jornadas sin marcar y el gol le sirvió para redimirse de su larga sequía y de las sombras de dudas. Más activo que otros días, tocó ayer más balones en unos minutos que en el último partido de Copa, contra el Levante. Villa, que se escapó del marcaje de Puyol y Márquez, y Cani pusieron en más de un aprieto a Víctor Valdés. Pero el Barça movió esta vez el balón con rapidez. Y fue así como Luis García avanzó a trompicones en el área y los dos centrales del Zaragoza le hicieron el bocadillo y el penalti. Ronaldinho no falló y lo celebró casi como si fuera un título.
Flores no renunció a nada y Galletti, tras el descanso, estuvo a punto de marcar, pero Cocu le sacó el balón justo cuando cierto escalofrío empezaba a recorrer el Camp Nou. Porque nunca está claro nada con este equipo, dada la pasmosa facilidad que tiene para enviar fuera balones con la firma de gol. La lista es, en cada partido, interminable. Ayer, pese al tercer gol de Xavi, también despilfarró un buen puñado de ocasiones.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 12 de enero de 2004