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Crónica:FÚTBOL | Vigésima jornada de Liga

Tan sólo Ronaldo

El Madrid logra un empate inmerecido ante el Betis gracias a una soberbia jugada del delantero brasileño

El librillo para hacerle la vida imposible al Madrid está ya listo para publicarse. Un equipo tan majestuoso tiene una mandíbula de cristal sobre la que cada vez resulta más difícil desviar la atención. Salir al campo a desfondarse y presionar arriba, algo que parece evidente que un profesional debería de hacer siempre, nada del otro mundo por lo tanto, basta para desmantelar a una de las mejores alineaciones de jugadores de la historia. La vertiente económica del club tiene un efecto en la deportiva que ya es difícil negar.

BETIS 1 - REAL MADRID 1

Betis: Contreras; Varela, Lembo, Juanito, Mingo; Joaquín, Ito, Benjamín, Denilson (Tote, m. 78); Fernando (Capi, m. 65) y Alfonso (Ismael, m 87).

Real Madrid: Casillas; Salgado, Pavón (Solari, min. 69), Raúl Bravo, Roberto Carlos; Helguera, Beckham; Figo, Raúl, Zidane; y Ronaldo.

Goles: 1-0. M. 33. Joaquín, dentro del área, aprovecha un rechace de Casillas a tiro de Fernando.

1-1. M. 60. Ronaldo recibe un pase al hueco de Zidane, encara a Contreras, le regatea con habilidad y marca.

Árbitro: Losantos Omar. Amonestó a Helguera, Figo, Varela, Pavón y Solari.

Unos 50.000 espectadores en el Estadio Ruiz de Lopera.

El Betis salió a la brava. Jugar contra el mejor del mundo tan sólo puede traer beneficios. Los dos puntas y los interiores se dedicaron a meterles el dedo en el ojo a los defensores madridistas. Y así, los sevillanos fueron capaces de enhebrar hasta cuatro jugadas peligrosas en los primeros 20 minutos. La movilidad de Alfonso, Fernando y Joaquín volvió loca a la defensa del Madrid. Alfonso y Fernando supieron sacar de sitio a Pavón, falto del apoyo de Salgado, obligarle a irse a la banda para, una vez allí, naufragar. De una de esas jugadas por la izquierda llegó el gol bético. Pero también hubo un par de penaltis sobre Joaquín que el árbitro pasó por alto. Para el Madrid, el desastre podía haber sido aún mayor.

Al borde de la media hora, el Madrid se parapetó atrás. Lo más alejado posible de lo que se le supone al que quiere ser el mejor equipo de la historia. Roto en dos, las caras de sus jugadores eran iguales a las de alguien que se acaba de beber un vaso de vinagre.

Figo no se fue ni una sola vez de un habitual suplente como es Mingo, Raúl no apareció por ningún lado, Zidane no se ofreció a compañero alguno y Roberto Carlos se atrevió incluso a regañar a Joaquín tras hacerle un penalti de libro. Por su parte, Ronaldo recibió el primer balón en condiciones en el minuto 43. Tras deshacerse de varios contrarios en la zona derecha del área bética, chutó a puerta. El único tiro del Madrid en toda la primera mitad. No hace falta decir más.

Si no le llegan pelotas a los futbolistas de los cromos -y si estos no colaboran en hacerse con ellas-, el Madrid es un juguete archifamoso en manos de todos aquellos que necesiten reivindicarse y subir la autoestima.

Pero la calidad es la calidad. Ronaldo consiguió marcar tras el descanso un gol de los que sólo marca él. Su calidad, personal e intransferible, consiguió maquillar el partido para un Madrid que desnudó su alarmante falta de juego de conjunto. Los buenos son buenísimos y pueden hacer maravillas en cualquier momento. El equipo, sin embargo, no da señales de vida.

Por su parte, el Betis carece de alguien que muerda. De haberlo tenido, alguna de las travesuras de madurez de Alfonso probablemente habrían acabado en gol para el Betis. La actitud de Alfonso chocó con el desdén exhibido por casi todos los jugadores madridistas. Su garra fue, por poner un ejemplo, lo opuesto al trabajo que ejecuta Figo para su club.

La calidad del Madrid estimula a los que se enfrentan a él y los jugadores del Betis protagonizaron ayer uno de los mejores partidos de toda la temporada. Curiosamente, el único con el se puede comparar es con el que jugaron en Chamartín, el primer día de la temporada. Así, Joaquín ayer jugó, marcó e, inusualmente, apoyó en defensa de manera desinteresada.

El equipo de Víctor Fernández logró mover la pelota con criterio en varias fases del encuentro, ante el sentido unívoco del Madrid, al que lo de defender se le atraganta de una manera irracional. Al fin y al cabo es una faceta del juego. Vale que no sea la más valorada, pero no se puede obviar. Esto es un juego en el que hay que meter una pelota en la porteria del otro. Y también lo puede hacer el contrario.

Ronaldo pues sirvió para que el Madrid se llevara un punto de Heliópolis. Un punto fruto de una genialidad puntual, que no de la armonia, del concepto del juego. Algo que sí que ha quedado claro es que la cara que predomina en el Madrid reciente es la avinagrada. La cara que ofrece el Madrid es de disgusto. Ronaldo y sus milagros aparte.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 19 de enero de 2004