El Foro Económico Mundial (WEF, en sus siglas en inglés) de Davos fue el año pasado un lugar de desencuentros y ruptura ante la inminencia de la guerra de Irak y el unilateralismo de la Administración de Bush. La tensión entre europeos y estadounidenses dejó huellas en un encuentro que, por lo demás, dejó de buscar la causa de los problemas del mundo, especialmente del terrorismo global, para concentrarse sólo en la lucha contra sus efectos.
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El Foro que arranca mañana en este pueblo alpino suizo intenta recuperar su mejor tradición de facilitar los diálogos en todos los ámbitos, pero muy esencialmente en el transatlántico y en el comercial al propiciar un encuentro de ministros de Comercio para intentar rescatar el fracaso de Doha.
En la vuelta a la búsqueda de soluciones ha tenido bastante que ver la influencia de la antiglobalización y el Foro Social de Bombay. Algunos temas son los mismos: pobreza, ayuda, etcétera. Y otros no: como el enfoque sobre la industria militar. También hay participantes nuevos, a comenzar por Lula, presidente de Brasil. La búsqueda de las soluciones queda patente en la agenda para impulsar una "asociación para la seguridad y la prosperidad", vistas como las dos caras de una misma moneda, y la construcción de una comunidad global.
Pero la lista de reuniones indica cuáles son las preocupaciones actuales, entre las que sobresalen la guerra, incluida la de Irak, y la evolución del mundo islámico, muy presente, pues algunos, como el presidente paquistaní Musharraf, vienen a Davos en busca de unos puntos de credibilidad. Pero Davos, con más de 2.000 participantes -políticos, empresarios, intelectuales y periodistas esencialmente- y un intento incesante de hacer contactos (networking) hace que cada uno viva su Foro de una manera distinta.
Añorado Clinton
Europa estará, pero menos. Más las empresas que los políticos. La integración europea parece haber entrado en un estado de hibernación que también tiene su reflejo aquí, y no por el frío que hace. No así las relaciones transatlánticas -en sus dimensiones militar y económica ante la debilidad del dólar- , aunque el año electoral en EE UU reduzca la presencia de políticos de aquel país. Sin embargo, estarán varios ministros de Bush y el administrador en Irak, Paul Bremer; además del ex presidente Clinton, probablemente el ex más añorado en Europa. Por los europeos, el alto representante para la política exterior, Javier Solana, y varios ministros. Está por ver si la Administración de Bush se muestra algo más conciliadora y algunos europeos también, a medida que se centran en lo que vendrá "después de la guerra de después de la guerra de Irak", como ha dicho un europeo, o en la conveniencia de rehacer la Alianza Atlántica y resignarse a algo más que a otros cuatro años de Bush.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 21 de enero de 2004