El terrorismo continuará vivo y la economía mundial no podrá reactivarse de manera sostenida si no se resuelve el problema subyacente de la pobreza. Ese ha sido el mensaje final del Foro Económico Mundial de Davos que ha puesto fin a sus reuniones con una disminuida presencia latinoamericana.
Los dirigentes de países en desarrollo y responsables de agencias humanitarias se han ocupado de recordar a los gobernantes occidentales, multimillonarios y directivos de multinacionales que combatir la pobreza es una manera también de luchar contra los odios y los extremismos, así como de lograr un crecimiento económico a largo plazo.
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Tanto el secretario general de la ONU, Kofi Annan, como el director del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, James Morris, pidieron al sector privado que ayude a paliar el problema del hambre en muchas regiones del mundo. Mientras tanto, en un significativo gesto, el magnate de la informática Bill Gates ofrecía mil millones de dólares al Programa de la ONU para el Desarrollo.
El protagonismo de China
La gran estrella de esta edición ha sido China. Los participantes han hablado sin cesar de este nuevo Eldorado y de las enormes ventajas, según ellos, de invertir en el gigante asiático. En el lado opuesto, Latinoamérica, que no sólo reclama mayor atención con respecto a su desventaja frente a Asia, sino que además ha estado escasamente representada.
Los presidentes de Argentina, Néstor Kirchner, y Perú, Alejandro Toledo, cancelaron su viaje y dejaron al ecuatoriano Lucio Gutiérrez la difícil tarea de representar a América Latina en un Foro que prestó poca atención al subcontinente.