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Crónica:FÚTBOL | 26ª jornada de Liga

A Tamudo y a Lo Pelat les gusta la nieve

El Espanyol abate a un Valencia diezmado y contrariado que no supo jugar en Montjuïc

Acostumbrado a las situaciones extremas, el Espanyol sacó ayer adelante un partido que, examinados los resultados de la jornada, demandaba su victoria por lo civil o lo criminal. Al Valencia le iba igualmente la vida en el envite, sobre todo si aspira a ganar la Liga, así que desde este punto de vista su derrota, sin ser terminal, sonó a capitulación, más que nada por se suma a la encajada la pasada jornada ante el Barcelona y al dichoso empate del Bernabéu, que le ha dejado traspuesto.

Mal anímicamente, muy diezmado, a disgusto con la tarde y el campo, el Valencia estuvo irreconocible desde el punto de vista futbolístico: a sus problemas para generar ocasiones sumó concesiones sorprendentes. Tamudo, un delantero que barre muy bien el frente de ataque, bailó a la zaga montada por Benítez, y la calva de Lo Pelat brilló más que la pelota sobre el manto de nieve que cubrió Montjuïc en el momento en que justabmente empezaba la contienda.

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ESPANYOL

VALENCIA

Espanyol: Lemmens; Domoraud, Lopo, Pochettino, David García; Fredson, Morales (Álex Fernández, m. 88), Wome (Maxi, m. 81); Hadji (Jordi, m. 81), De la Peña; y Tamudo.

Valencia: Cañizares; Curro Torres (Angulo, m. 80), Ayala, Pellegrino, Garrido (Fabio Aurelio, m. 58); Baraja, Sissoko; Rufete, Aimar, Vicente (Xisco, m. 67); y Mista.

Goles: 1-0. M. 38. De la Peña habilita magistralmente a Tamudo y el delantero cruza sobre la salida del portero. M. 75. 2-0. De la Peña saca un córner, Hadji toca en el primer palo, Tamudo cabecea y Cañizares no acierta a rechazar. 2-1. M. 77. Fabio Aurelio saca un córner, Aimar cabecea y Mista remacha.

Árbitro: Mejuto González. Mostró la tarjeta amarilla a Lopo, Morales y Tamudo.

Montjuïc: 18.900 espectadores.

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El Espanyol trampeó el partido a consciencia, con hasta siete jugadores por detrás de la pelota, y el tiempo se puso de su parte. A las primeras de cambio se puso a nevar de manera copiosa sobre el estadio Olímpico, la cancha se quedó blanca, las líneas que delimitan el terreno de juego desaparecieron y no se logró cambiar la pelota: la alternativa era de color naranja como la segunda zamarra del Valencia.

El paisaje invitaba a tomar el abrigo, echarse a correr y dejar el partido para otro día. Pero el árbitro hizo caso del reglamento, que obliga a pitar salvo caso de fuerza mayor, y el Espanyol se arremangó más que el Valencia, que se quedó clavado, contrariado por tanta adversidad, fuera siempre de foco, incapaz antes y después de que la cancha les estropeara del todo.

Frente a la adversidad visitante, Iván de la Peña puso buena cara al mal tiempo y se sacó un pase de primera con el empeine que dejó a Tamudo frente a Cañizares, muy incómodo por la nevada, peleado con el cuero. El ariete no perdonó y dejó el encuentro en franquicia para el Espanyol y cuesta arriba para el Valencia. Imposible combinar, muy difícil desbordar, dificilísimo remontar. Demasiados contratiempos. Dicho estaba desde el comienzo que quien primero marcara se llevaría el gato al agua.

El encuentro se puso cada vez más desagradable, y el Valencia se desentendió del juego para suerte del Espanyol, cuyo instinto de supervivencia está a prueba de cualquier temporal. La muchachada de Luis Fernández defendió el gol como si les fuera la permanencia mientras De la Peña y Tamudo se lo pasaban en grande ante los fieros zagueros visitantes. Desde ayer se sabe que Tamudo no sólo marca en los partidos de secano sino que hace goles en la nieve: ya suma diez en la Liga. Listo, hábil y esforzado, conectó siempre con Iván de la Peña, que recuerda a la mejor versión del futbolista que estuvo en el Barcelona.

A la viveza de Tamudo y categoría de Lo Pelat se sumó el esfuerzo y entereza de todo el equipo españolista, especialmente efectivo en un partido en que sabía que debía aprovechar cada remate y, sobre todo, dadas las circunstancias del tiempo, el primero de la serie. Bola va, bola viene, las oportunidades fueron casi siempre blanquiazules, como también su facilidad en manejarse en las segundas jugadas. El buen gobierno que tuvo del partido le permitió atrapar un segundo tanto a la salida de un córner, una jugada que expresó el buen diseño que el entrenador hizo de la contienda: incluso a balón parado, tocaron la pelota tres jugadores desequilibrantes, como son Iván, Hadji y Tamudo, punto y final del equipo.

El Valencia respondió con un tanto parecido, también a la salida de un saque de esquina. Pese a su laboriosidad, tuvo poca dinámica de juego y escasa llegada. Únicamente Cañizares se entonó y permitió darle cierta emoción al último tramo de un encuentro vital para ambos equipos. Puestos uno y otro en un callejón sin salida, el Espanyol dio con la puerta porque la necesidad le apremiaba más que al Valencia.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 1 de marzo de 2004