El desertor iraquí cuyo testimonio usó la Casa Blanca para justificar que Sadam estaba fabricando armas de destrucción masiva había sido descalificado por los propios servicios de inteligencia de EE UU. A finales de 2001, la CIA y la DIA (agencia de inteligencia del Pentágono) catalogaron a Adnan Ihsan Saeed al Haideri como una "fuente no fiable", sin embargo nueve meses después encabezaba el informe en el que basó Bush su discurso ante Naciones Unidas.
Quien puso en contacto a Saeed al Haideri con EE UU fue Ahmed Chalabi, líder del Congreso Nacional Iraquí (CNI), cuya residencia fue registrada ayer en Bagdad. Al Haideri está ahora oculto. Dónde es la pregunta que ninguno de los funcionarios del Gobierno consultados ha querido responder. Supuestamente está fuera de EE UU, según fuentes citadas por la cadena de diarios de Knight Ridder. La CIA lo habría "reubicado" después de que suspendiera la prueba del detector de mentiras, en diciembre de 2001.
Por razones no esclarecidas, la Casa Blanca pasó por alto ese grave fallo de credibilidad e incluyó su testimonio en el informe Una década de mentiras: el desafío de Sadam Husein a Naciones Unidas, un compendio en el que desgranaban razones para intervenir en Irak, divulgado el día que Bush habló ante la ONU, 12 de septiembre de 2002. Lo que sí está claro es que el autodenominado ingeniero civil sirvió en bandeja los argumentos que Washington necesitaba para intentar aplacar el furor político internacional contra su plan de invasión a Irak. Al Haideri aseguró que Sadam había reactivado al menos 300 instalaciones de producción de armas de destrucción masiva, 20 de las cuales había visitado personalmente como parte de su trabajo de diseño de "espacios asépticos" para manipular armas biológicas y químicas.
Lo declaró a los agentes de inteligencia estadounidenses que le interrogaron durante ocho horas y le pusieron el detector de mentiras el 17 de diciembre de 2001 en el balneario tailandés de Pataya, donde se había instalado con la ayuda de Chalabi tras salir de la cárcel en Irak y exiliarse en Siria. Y lo repitió en una entrevista con la reportera de The New York Times Judith Miller realizada en Pataya y publicada cuatro días después.
El fiasco de Al Haideri ha permanecido secreto hasta esta semana y las fuentes que lo han filtrado lo han hecho coincidiendo con la caída en desgracia de su padrino, Chalabi. De acuerdo a las fuentes, tras varios meses de búsqueda infructuosa, hace poco el equipo de la CIA encargado de rastrear las armas recurrió de nuevo a Al Haideri a pesar de la desconfianza que les merecía. Le llevaron a Irak para que les guiara hasta los supuestos laboratorios que, según él, había montado Sadam "bajo hospitales, pozos y palacios". No fue capaz de identificar ni uno. Sólo les condujo a instalaciones militares de dominio público. Las sospechas quedaban confirmadas: Al Haideri había facilitado información falsa, al igual que otros desertores reclutados por Chalabi.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 21 de mayo de 2004