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LA EUROPA DE LOS VEINTICINCO | Los antiguos comunistas

Voto de castigo interno en el Báltico

La abstención registrada en las recientes elecciones al Parlamento Europeo en ocho de los diez países que se sumaron a la Unión el pasado 1 de mayo, concretamente en aquellos que pertenecían al bloque soviético, está más relacionada con el desencanto del electorado con los políticos y los partidos que han protagonizado la transición desde la caída del comunismo que con el euroescepticismo. Si bien existe un amplio desconocimiento de las instituciones europeas y una generalizada sensación de lejanía con Bruselas, los bajos índices de participación se deben más a la expresión por parte de los votantes de una protesta, vía la abstención o el voto de castigo, contra sus actuales gobiernos.

Como en el resto de Europa, las elecciones al Parlamento de Estrasburgo del pasado día 13 en las tres repúblicas bálticas fueron también en gran parte un termómetro de las actitudes políticas nacionales. Estonia, Letonia y Lituania votaron en clave interna. Como escribe The Baltic Times: "No muy familiarizados con las sutilezas de la mecánica de la Unión Europea y sus procesos de toma de decisiones, los votantes bálticos -aquellos que se molestaron en hacerlo- depositaron su papeleta sobre la base de la confianza. Los partidos en el poder tuvieron un mal resultado simplemente porque el electorado no confía en ellos".

En Estonia, por ejemplo, cinco de los seis escaños en juego fueron a parar a los partidos de la oposición. La bajísima participación (26,8%) y la pobre campaña de la coalición en el poder permitieron la movilización del voto antieuropeo y antigubernamental y el triunfo de las fuerzas de centroizquierda.

Minorías rusas

En Letonia, donde la participación fue del 41,2%, los partidos nacionalistas de derechas, en la oposición, se hicieron con siete de los nueve escaños en disputa. La clave del resultado, según el analista Valsts Kalnins, está en lo que llama "la dimensión rusa", en particular, en el temor de parte de la sociedad letona a que la coalición de Gobierno, de centroizquierda, pacte con los partidos a su izquierda que son los que representan a la minoría rusa. Se da por seguro que la derrota electoral abra una nueva crisis de gobierno en Riga.

Estas dos características comunes de los países bálticos -el peso de la vieja mentalidad soviética, así como la influencia de los nuevos rusos y la permanente inestabilidad política- también se dieron en Lituania, donde la participación, gracias a la coincidencia de las elecciones presidenciales, alcanzó el 46%. La desconfianza hacia los partidos del Gobierno hizo que el héroe de la jornada fuera el millonario Víktor Uspaskich, que logró que su formación recién creada, el Partido Laborista, populista, lograra cinco de los 13 escaños que le corresponden a Lituania en Estrasburgo.

En cuanto a las presidenciales, el centrista independiente y ex presidente Valdas Adamkus tendrá que enfrentarse en segunda ronda el próximo día 27 a la ex primera ministra y líder del Partido Campesino, Kazimiera Prunskene, relacionada en el pasado con los servicios secretos rusos y que ahora ha contado con el apoyo del Rolandas Paksas, el ex presidente destituido en abril por sus vínculos con la mafia rusa.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 18 de junio de 2004