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Reportaje:LA EUROPA DE LOS VEINTICINCO | Los antiguos comunistas

La gran decepción del Este

El desencanto con los políticos tras la caída del comunismo explica la abstención en Polonia

La abstención registrada en las recientes elecciones al Parlamento Europeo en ocho de los diez países que se sumaron a la Unión el pasado 1 de mayo, concretamente en aquellos que pertenecían al bloque soviético, está más relacionada con el desencanto del electorado con los políticos y los partidos que han protagonizado la transición desde la caída del comunismo que con el euroescepticismo. Si bien existe un amplio desconocimiento de las instituciones europeas y una generalizada sensación de lejanía con Bruselas, los bajos índices de participación se deben más a la expresión por parte de los votantes de una protesta, vía la abstención o el voto de castigo, contra sus actuales gobiernos.

Las elecciones al Parlamento Europeo en Polonia, con un 80% de abstención y casi un tercio de los votos emitidos a favor de los partidos antieuropeos, ponen de manifiesto la "irresponsabilidad de mis compatriotas", según el presidente Alexander Kwasniewski. Otra interpretación del resultado electoral abre paso a la hipótesis de que, 15 años después de la caída del comunismo, la sociedad polaca atraviesa una fase de desencanto y de hartazgo de los políticos convencionales. La consecuencia: incremento de votos de los populistas y ultranacionalistas.

Kwasniewski no se lo explica. Ante los dirigentes de la patronal alemana en Berlín, al lado del canciller federal alemán, Gerhard Schröder, otro gran derrotado el pasado 13 de junio, el presidente de Polonia exponía los logros económicos de su país: crecimiento del 6,9% del PIB, baja inflación, incremento de las exportaciones del 31% el año pasado. A pesar de esa bonanza macroeconómica, Marek Balka, el candidato a primer ministro que propone Kwasniewski a la Dieta (Parlamento), no tiene asegurada en la votación prevista para el próximo 24 de junio la mayoría que permita salir de una crisis de Gobierno que dura ya seis semanas, desde el día siguiente del ingreso de Polonia en la Unión Europea.

De los 30 millones de polacos con derecho a voto, 23,7 millones, un 80%, dieron la espalda a las urnas. Kwasniewski comentó: "Se puede explicar el fenómeno de muchas maneras, pero me temo que la verdad es muy desagradable y habla de la irresponsabilidad de mis compatriotas". Los resultados ponen de manifiesto que pan Kowalski (señor Kowalski) el nombre que se utiliza para designar el polaco medio, ha perdido la confianza en los políticos que han gobernado el país desde la caída del comunismo y que le importa muy poco lo que ocurra en Europa. Desde 1989 hasta hoy, Polonia ha tenido 12 primeros ministros.

Las elecciones europeas sirvieron como una especie de catarsis colectiva de protesta, en forma de abstención o de voto de castigo a los partidos de la transición. Los poscomunistas reconvertidos en socialdemócratas de la Alianza de la Izquierda Democrática (SLD) con sus aliados de la Unión del Trabajo (UP) no llegaron ni al 10%, un desastre si se tiene en cuenta que en septiembre de 2001 llegaron al poder con el 41% de votos. El grupo escindido de la SLD, la Socialdemocracia de Polonia (SDPL), ha conseguido en su primera comparecencia ante el electorado algo más de un 5% que le permite por los pelos enviar representantes al Parlamento Europeo.

La Plataforma Cívica (PO) ha sido el partido más votado, con un 24,1%, por encima del 15,9% de los ultranacionalistas católicos de la Liga de las Familias Polacas (LPR), que ven en Europa la reencarnación de Belcebú, y de los populistas de Samoobrona (Autodefensa) del caudillo Andrzej Lepper (10,8%). El embajador de un país europeo en Varsovia no vacila en definir a Samoobrona como una "banda mafiosa".

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 18 de junio de 2004