Eran jóvenes, entusiastas y estaban en Afganistán porque "era lo que querían hacer". Casi todos rondaban la treintena y fue su vocación humanitaria la que les llevó a una misión que sabían arriesgada, pero necesaria. Muchos de ellos habían participado en misiones en Irak y en Kosovo, y otros partieron para Afganistán porque deseaban formar parte de las misiones humanitarias en las que participaran tropas españolas. En ésta, aprobada por el Parlamento, se trataba de favorecer la consolidación de la democracia en un país hasta hace poco tiranizado por los talibanes. La tragedia deja viudas, huérfanos, padres y hermanos inconsolables, pero las familias, destrozadas, procuraban resignarse recordando que ellos eran felices allí, que estaban donde querían y que amaban su trabajo. La preocupación siempre estaba latente, pero ellos procuraban tranquilizarles, quitando importancia al riesgo y minimizando el peligro. Los 17 militares españoles fallecidos en el siniestro del helicóptero en Afganistán eran de lugares humildes, de familias trabajadoras. Éstas son las semblanzas de sus vidas que ayer pudieron recabarse.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 18 de agosto de 2005