Pese a admitir de entrada que su voto contrario al nuevo Estatuto le deja en "una posición incómoda", el presidente del Partido Popular de Cataluña, Josep Piqué, no escatimó ayer esfuerzos para dejar clara la posición oficial de su partido ante un texto que considera "intervencionista, alejado de la realidad y de dudosa constitucionalidad".
Piqué soportó en silencio y sin levantarse de su escaño el estridente aplauso de la práctica totalidad de la Cámara nada más conocerse que el nuevo Estatuto había recibido el visto bueno de 120 de los 135 diputados del Parlamento autónomo. Seguramente por ello exigió en su intervención, rebajar la euforia y "recordar los antecedentes". Pidió al resto de formaciones y también a los medios de comunicación que, mientras el Estatuto no se apruebe en las Cortes, al hablar del nuevo Estatuto se refieran a él "en condicional; no sea que después tengamos que explicar que lo que se daba por supuesto luego no se obtiene y alimentamos 25 años más de victimismo nacionalista".
El líder de los populares catalanes lanzó un ataque frontal a los socialistas al afirmar que podía "entender" que CiU o ERC busquen "el distanciamiento de Cataluña" respecto a España, pero aseguró costarle más esfuerzo "que se presten a este juego fuerzas políticas con proyectos para el conjunto de España". Y es que en opinión de Piqué, el nuevo Estatuto sólo busca dos cosas: "alejar Cataluña de España" y "modificar la naturaleza del Estado".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 1 de octubre de 2005