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Editorial:

Rajoy frena

Después del calentón llega el frenazo. El PP llevaba demasiado tiempo alentando la gresca territorial hasta alcanzar el delirio de atribuir el Estatuto catalán a los designios de ETA. Ayer llegó la hora de atemperar y contener los impulsos, que se escenificó en la concentración convocada en la Puerta del Sol de Madrid en defensa de la Constitución española, en la que la organización consiguió contener las bajas pasiones sembradas hasta ahora y convertir el acto en un mitin de partido, disciplinado, militante y acotado estrictamente al guión.

Es obvio que la Constitución española no necesita que el PP la defienda mediante convocatorias callejeras que exigen un gran esfuerzo organizativo para evitar desbordamientos. Independientemente del análisis y de las críticas que merezca el texto del Estatuto aprobado por el Parlamento catalán, convocar manifestaciones callejeras en contra mientras se rechaza su debate en el Congreso es atizar el fuego de forma irresponsable. Todo ello suena a una defensa de la Constitución meramente de boquilla y está en desacuerdo en cualquier caso con su espíritu, que surge y se basa en la capacidad de diálogo y de consenso entre todas las fuerzas políticas.

El PP lleva movilizando a sus militantes y simpatizantes prácticamente desde que perdió el poder. Ha acudido a la calle en contra de los matrimonios homosexuales, de un inexistente diálogo con ETA, del traslado de los papeles de Salamanca a Cataluña, de la Ley de Educación o ayer del Estatuto de Cataluña. Pero los resultados de su esfuerzo militante son perfectamente descriptibles y deberían llevar a sus dirigentes a reflexionar sobre la eficacia de una estrategia de la tensión que no se corresponde ni con la envergadura ni con la responsabilidad del primer partido de la oposición. Cabe esperar que la moderación que se percibió en la concentración de ayer sea el primer paso para el retorno a una normalidad democrática que nunca debería haber abandonado.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 4 de diciembre de 2005