La segunda derrota de España resultó algo extraña. En la pista no estaban los mejores para enfrentarse a uno de los mejores equipos del mundo, el campeón olímpico, Croacia. Juan Carlos Pastor especuló cuando decidió dejar fuera del equipo a Alberto Entrerríos y Rolando Uríos, dos puntales en el ataque, ambos algo tocados, y no utilizó después a Chema Rodríguez y David Davis, asimismo básicos. Su planteamiento era claro y contundente: "Con los cuartos de final decididos, era el momento de dar descanso a algunos jugadores y minutos a los que habitualmente no los tienen para que se metieran en el Mundial".
Un planteamiento similar pareció hacer Lino Cervar, el técnico de Croacia, que dejó sentados en el banquillo a su pivote titular, Igor Vori, y a su lateral más resolutivo, Blazenko Lackovic, y dio poquísimos minutos al central y cerebro del equipo, Ivano Balic. También ellos parecían especular. Pero no con el resultado. Porque ni España ni Croacia sabían ni por asomo qué les ocurriría quedando los primeros, los segundos, los terceros o los cuartos de su grupo. Era todavía imposible saber los hipotéticos rivales. Ciertamente, nadie quería enfrentarse a Alemania o Francia. Pero eso se decidió mucho más tarde.
ESPAÑA 28 - CROACIA 29
España: Hombrados (Barrufet); R. Entrerríos (2), Garabaya (2), Garralda, Roberto (6), Juanín (6, 2 de penalti) y Romero (6, 1 de p) -equipo inicial-, Belaustegui, Lozano (2), Juancho, Davis, Chema Rodríguez y Tomás (4, de p.).
Croacia: Alilovic (Jerkovic); Kaleb, Balic (5), Dzomba (6, 1 de p.), Vukovic (3), Metlicic (3) y Valcic -equipo inicial-. Sulic, Duvnjak (1), Lackovic (2), Zrnic, Vori (7) y Vukic (2).
Árbitros: Lemme y Ullrich, de Alemania.
Marcador cada cinco minutos: 3-2, 5-4, 9-6, 11-9, 14-11, 16-11 (descanso), 17-13, 18-16, 20-19, 23-23, 26-26 y 28-29.
Unos 12.500 espectadores en el SAP Arena, de Mannheim.
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La cuestión creó, pues, una situación esperpéntica. Porque ganar o perder podía convertirse en una guillotina, pero no lo sabían. Frente a eso, tanto Pastor como Cervar decidieron que debían buscar la victoria con los hombres que habían alineado, pero intentando evitar lesiones y protegiendo a las estrellas. "Lo que nosotros queremos es ganar y enfrentarnos a Francia", confesó Pastor que le había dicho Balic tal vez irónicamente. Pero nada de eso estaba claro. Ni Croacia parecía luchar realmente por la victoria ni a nadie parecía preocuparle la derrota.
Ante un segundo equipo de Croacia, España dominó con claridad y llegó a alcanzar una ventaja de cinco goles (16-11 y 17-15) hasta el comienzo del segundo tiempo. Pero, cuando Cervar puso en la pista a su equipo titular, las cosas adquirieron otro tono. La defensa española se vio incapaz de frenar a Vori (siete goles) y Lackovic y los errores en el lanzamiento y las pérdidas del balón en el pase permitieron contraataques que acabaron siendo determinantes.
Hubo aspectos positivos porque Iker, Raúl, Garralda y Lozano estuvieron mucho tiempo en la pista, ya que necesitaban con urgencia fortalecer su confianza frente a los decisivos próximos partidos que debe afrontar España. Pero lo negativo fue que para algunos de ellos la prueba acabó convirtiéndose en una losa. "Para jugar al mismo nivel que en mi club, el Portland, es necesario tener confianza y sentir que te la tienen. Cuando no disfrutas de ella, debes ganártela y piérdes espontaneidad y tranquilidad", alegó el lateral Lozano que marcó dos goles en nueve intentos. Ni él, ni Garralda ni Raúl Entrerríos lograron, en definitiva, cuajar una buena actuación.
"Mi lectura es que hemos sido competitivos con otro equipo", reflexionó Pastor; "cuando ha visto que nosotros íbamos a por la victoria, Croacia ha sacado a los mejores. Pero no podíamos correr riesgos. El Mundial vuelve a empezar ahora, en los cuartos de final. Y necesito a los 16 jugadores motivados y enteros a partir del martes".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 29 de enero de 2007