Un cadáver calcinado dentro de bidón de basura / EFE
Tijuana o la muerte sin fin
Del maletero del coche blanco, lentamente, van cayendo gotas de sangre. Ya hay un charquito y muchas moscas cuando llegan dos coches de policía. Ni siquiera acordonan la calle. Harían falta muchos metros de cinta y muchos policías para acordonar todas las calles de Tijuana donde aparecen ejecutados, con cabeza o sin ella, sumergidos en bidones de ácido o simplemente acribillados a balazos de AK-47 o AR-15, los fusiles preferidos de los sicarios.