Mientras las administraciones se lanzaron ayer a festejar la llegada del Audi Q3 a Martorell, el presidente de Seat, Erich Schmitt, dio una muestra de que el carácter alemán no deja tiempo para la relajación.
La morosidad de las administraciones públicas está ahogando a miles de empresarios, pero las compañías y autónomos que trabajan para el Gobierno catalán o para sus organismos y empresas dependientes, que tardan unos 70 días en cobrar sus facturas, lograrán adelantos.
Que algunos centros concertados puedan seguir separando alumnos por sexo y recibiendo dinero público se ha convertido en el principal obstáculo para que ICV-EUiA apoye la ley de educación que se debate en el Parlament.
Dos socios de gobierno, el PSC y ERC, ya han llegado a un principio de acuerdo sobre la ley con CiU, en la oposición.
Los caminos de la justicia no son inescrutables, pero a veces resultan singulares. En el Juzgado de Primera Instancia 34 de Barcelona quedó ayer visto para sentencia un juicio por el accidente aéreo ocurrido el 1 de julio de 2002 al sur de Alemania y en el que murieron 71 personas al colisionar a 11.000 metros de altura un Boeing 757 de carga y un Tupolev 154 ruso.
Xin Yi pesa tres kilos, mide 48 centímetros y viste pijama y gorrito rosa. Nació en la calle, en una parada de taxis junto a la estación del Norte de Barcelona la mañana del 20 de abril, a primera hora. Hoy duerme plácidamente en su cuna de la Maternidad del Hospital Clínic.
Catalunya Ràdio ha cedido el liderazgo en las audiencias radiofónicas después de 15 años consecutivos en lo más alto del podio. La emisora pública catalana ha perdido 133.000 oyentes respecto a principios de 2006 y ha sido desbancada por RAC-1, que desde sus inicios registra un gradual ascenso y que en lo que va de año ha pasado de ocupar el tercer lugar al primero, con 469.000 oyentes.
Hoy es el Día del Libro, pero la calidad del tiempo para leer se deteriora, piensa Bernardo Atxaga. El tiempo se nos lleva y nos arrastra, y ya no quedan figuras solitarias en actitudes contemplativas que puedan permitirse leer sin prisas novelas difíciles, como El sonido y la furia, de William Faulkner; Huesos de sepia, de Eugenio Montale, o Sagitari, de Joan Fuster.