Dos rumanas revisando un contenedor de basura / GIANLUCA BATTISTA
No es la seguridad, es el civismo
Carmen López, vestida con chándal fluorescente y zapatillas de andar por casa, baja la voz y mira a su alrededor. "Los rumanos son lo peor. ¡Mira cómo tienen la escalera! Viven 10 en un piso de 50 metros y arman follón. Por la tarde, bajan el sillón a la portería y pasan las horas comiendo pipas", susurra esta vecina de La Salut, un barrio de la periferia de Badalona.