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DECLARACIÓN DE LA PRINCIPAL TESTIGO DE LA MUERTE DE DANIEL OLIVER

"Le dio un puñetazo fortísimo en la nuez. Tengo el sonido grabado"

Daniel Oliver murió el 23 de octubre de 2007. Una semana antes, mientras esperaba un autobús cerca de la Facultad de Derecho de Valencia, creyó ver cómo un hombre, David M., zarandeaba a una mujer y trató de pararlo. El supuesto maltratador, un tipo grande aficionado al gimnasio, le dio un único puñetazo. Oliver cayó al suelo. Se convulsionó. Entró en coma y falleció seis días después. Hasta ahí, los hechos son aceptados por todos.

El juicio para aclarar el resto se celebró ayer. La principal testigo del caso, una joven que declaró por videoconferencia, afirmó que Oliver no creyó ver sino que vio cómo David M. "cogía la cabeza a la chica (que entonces era su novia) y la estampaba una y otra vez contra la valla" ante la inacción de quienes se hallaban en la parada de autobús. Oliver, que tenía 23 años y vivía en Benicull (Ribera Baixa), dejó la mochila en el suelo y se aproximó corriendo. El agresor se giró y le gritó: "¿Tú qué quieres, hijo de puta?", al tiempo que se aproximaba hasta quedar a un palmo de Oliver. "Nada, no pasa nada", dijo el chaval de Benicull, más bajo y menos corpulento. David M., que se encontraba "fuera de sí", respondió dándole un brutal puñetazo en la nuez. "Fue un golpe fortísimo. De hecho tengo el sonido grabado", declaró la testigo. A Oliver le salió sangre y espuma por la boca. Su agresor lo tumbó en un banco y le pidió que no se muriera.

La testigo dijo no haber visto si Oliver se golpeó la cabeza contra el suelo al caer, pero el resto de testigos y la autopsia han avalado que así sucedió. El acusado, su entonces novia y una amiga siempre han dado otra versión de los hechos: David M. no estaba maltratando a su pareja, le avisaron de que Oliver se acercaba corriendo por detrás, lo consideró una amenaza y le golpeó en un acto reflejo mientras se giraba.

El fiscal pidió una pena de dos años de cárcel por homicidio imprudente. La acusación particular, la elevó a siete. La defensa solicitó la libre absolución.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 4 de febrero de 2011